No sé si la democracia es igual en todos los países que dicen que la tienen como sistema de gobierno, pero… ¿Qué queréis que os diga? Me cuesta trabajo… ¡qué coño! No puedo creer que en todos esos países, la democracia sea como la que nos están administrando, como aceite de Ricino, estos sinvergüenzas, los anteriores, los anteriores y los anteriores.
Ya he vivido lo suficiente como para haberlo hecho en dos siglos y bajo dos regímenes bien distintos. Por lo que sin ser muy inteligente -que lo admito de entrada y de buen grado-, me parece que entra en la lógica más elemental, que tengo los conocimientos necesarios como para que mi opinión sea tan válida como la de cualquiera otra persona, por muy importante que ella se crea.
Y mi opinión en cuanto a este sistema – que dicen que nos hemos dado, y que en el fondo es absolutamente falso- es: negativo. Mi puntuación de 1 al 10, es –0,0. No es un capricho; no me lleva a tan baja puntuación, ninguna ideología –que por supuesto la tengo- sino el sufrimiento en carnes propias, y el ver a muchos de mis compatriotas – los sencillos, honrados y trabajadores, no los políticos- perdiendo sus pequeñas o medianas empresas; sus viviendas; y en muchos casos, sus familias que se descomponen ante tanto infortunio.
Yo, en los años cuarenta, he visto a mis padres llorar de desesperación porque se levantaban sin un céntimo y se acostaban con el mismo “capital”. Yo he visto a mi padre, en aquellos mismos años, perdido el juicio, porque se quedó en la calle, sin trabajo, con mi madre y cuatro hijos. Para quien no haya tenido la desgracia de pasar por ese “trago” y ahora, en estos críticos momentos, tenga la fortuna de estar lejos de pasarlo, esto que estamos viviendo, le estará pareciendo fatal; una circunstancia desgraciada. Pero, hay que ponerse en la piel de quien hoy se vea, después de haber trabajado en una empresa, propia o ajena, durante media vida, despojado de su vivienda; como techo el cielo; como presente, Cáritas; y como futuro, la mano extendida solicitando caridad. Esto, no creí que volvería a verlo, jamás.
Y España, está gozando en el estado del bienestar. ¡Coño! Gracias a la Democracia. Y no se les cae la cara de vergüenza, a toda esta chusma asquerosa que, como el pus, va destrozando a un PUEBLO, único, que sabe responder, mejor que el mejor, cuando quien le gobierna lo sabe hacer.
Entretanto, yo seguiré pensando que la Democracia, además de ser una mierda, tiene una bocana por donde vomita golfos, asesinos, prevaricadores, malversadores, políticos… y unos partidos políticos, que más bien parecen aquellas partidas de salteadores de caminos y bandoleros que pululaban por Andalucía, allá por el siglo XIX.
Ya he vivido lo suficiente como para haberlo hecho en dos siglos y bajo dos regímenes bien distintos. Por lo que sin ser muy inteligente -que lo admito de entrada y de buen grado-, me parece que entra en la lógica más elemental, que tengo los conocimientos necesarios como para que mi opinión sea tan válida como la de cualquiera otra persona, por muy importante que ella se crea.
Y mi opinión en cuanto a este sistema – que dicen que nos hemos dado, y que en el fondo es absolutamente falso- es: negativo. Mi puntuación de 1 al 10, es –0,0. No es un capricho; no me lleva a tan baja puntuación, ninguna ideología –que por supuesto la tengo- sino el sufrimiento en carnes propias, y el ver a muchos de mis compatriotas – los sencillos, honrados y trabajadores, no los políticos- perdiendo sus pequeñas o medianas empresas; sus viviendas; y en muchos casos, sus familias que se descomponen ante tanto infortunio.
Yo, en los años cuarenta, he visto a mis padres llorar de desesperación porque se levantaban sin un céntimo y se acostaban con el mismo “capital”. Yo he visto a mi padre, en aquellos mismos años, perdido el juicio, porque se quedó en la calle, sin trabajo, con mi madre y cuatro hijos. Para quien no haya tenido la desgracia de pasar por ese “trago” y ahora, en estos críticos momentos, tenga la fortuna de estar lejos de pasarlo, esto que estamos viviendo, le estará pareciendo fatal; una circunstancia desgraciada. Pero, hay que ponerse en la piel de quien hoy se vea, después de haber trabajado en una empresa, propia o ajena, durante media vida, despojado de su vivienda; como techo el cielo; como presente, Cáritas; y como futuro, la mano extendida solicitando caridad. Esto, no creí que volvería a verlo, jamás.
Y España, está gozando en el estado del bienestar. ¡Coño! Gracias a la Democracia. Y no se les cae la cara de vergüenza, a toda esta chusma asquerosa que, como el pus, va destrozando a un PUEBLO, único, que sabe responder, mejor que el mejor, cuando quien le gobierna lo sabe hacer.
Entretanto, yo seguiré pensando que la Democracia, además de ser una mierda, tiene una bocana por donde vomita golfos, asesinos, prevaricadores, malversadores, políticos… y unos partidos políticos, que más bien parecen aquellas partidas de salteadores de caminos y bandoleros que pululaban por Andalucía, allá por el siglo XIX.
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