Esto cada día se parece más a Rebelión en la Granja y a 1984, las dos novelas de Georges Orwell.
Lo que el autor de ambas novelas nos muestra, se podría decir que fue una premonición de lo que está sucediendo en España, de 1975 hasta el día de hoy. Como todo vosotros sabéis, en Rebelión en la Granja, los animales que vivían en la granja –la práctica totalidad de las especies de animales que consideramos “domésticos”-, ante el maltrato físico y la escasa y mala alimentación, decidieron montar una revolución contra el dueño que, al triunfar, les dejo a todos ellos dueños y señores de la granja. La realidad -para abreviar, y no extenderme en exceso innecesario-, es que los cerdos se hicieron con el poder.
Y ahora, os pregunto a vosotros y me pregunto yo: ¿Qué diferencia hay entre aquellos cerdos y estos… políticos? ¿Acaso alguien se atrevería a decir que estos… políticos son más inteligentes que aquellos cerdos; es posible que alguien, que no esté embutido en una camisa de fuerzas, sería capaz de asegurar que estos políticos… están más capacitados para gobernar esta Nación, que aquellos cerdos?. Sí, claro; sus madres… no seáis malos; algunos si conocen a sus padres.
En cuanto a la trama de la novela con fecha, su calco exacto lo vivimos a diario. Todos estamos metidos en el “ordenador de brujo barbado y calvo”, a la espera de la ocasión propicia.
El “Watergate” de los Estados Unidos, es un cuento de hadas comparado con lo que, según cuentan los periódicos, está sucediendo hoy en España. La señora Cospedal ha denunciado en los medios, con nombre de la empresa, que han sido espiados, ella y algunos de los mandos del PP, en Castilla la Mancha (antes Castilla la nueva, con Madrid, y sin Albacete).
Todos los teléfonos, según dicen, están a disposición de no sé qué organismo oficial; a los ciudadanos se nos insta a denunciar a otros ciudadanos, como en el caso del tabaco; se achucha a los hijos contra los padres, poniendo a disposición un teléfono especial, en donde pueden hacer la denuncia. El presidente Rubalcaba, perdón, he querido decir vicepresidente, llegó a decir que oía todo, de todos. Ya solamente queda el receptor de televisión que, además de emitir las gilipolleces que se les ocurre, nos esté vigilando en nuestra propia casa.
Yo, por si ya estamos vigilados de esa forma, todas las noches cuando apago mi receptor, les dedico un par de ventosidades y un corte de mangas. Lo dicho: esto me huele mal.
Lo que el autor de ambas novelas nos muestra, se podría decir que fue una premonición de lo que está sucediendo en España, de 1975 hasta el día de hoy. Como todo vosotros sabéis, en Rebelión en la Granja, los animales que vivían en la granja –la práctica totalidad de las especies de animales que consideramos “domésticos”-, ante el maltrato físico y la escasa y mala alimentación, decidieron montar una revolución contra el dueño que, al triunfar, les dejo a todos ellos dueños y señores de la granja. La realidad -para abreviar, y no extenderme en exceso innecesario-, es que los cerdos se hicieron con el poder.
Y ahora, os pregunto a vosotros y me pregunto yo: ¿Qué diferencia hay entre aquellos cerdos y estos… políticos? ¿Acaso alguien se atrevería a decir que estos… políticos son más inteligentes que aquellos cerdos; es posible que alguien, que no esté embutido en una camisa de fuerzas, sería capaz de asegurar que estos políticos… están más capacitados para gobernar esta Nación, que aquellos cerdos?. Sí, claro; sus madres… no seáis malos; algunos si conocen a sus padres.
En cuanto a la trama de la novela con fecha, su calco exacto lo vivimos a diario. Todos estamos metidos en el “ordenador de brujo barbado y calvo”, a la espera de la ocasión propicia.
El “Watergate” de los Estados Unidos, es un cuento de hadas comparado con lo que, según cuentan los periódicos, está sucediendo hoy en España. La señora Cospedal ha denunciado en los medios, con nombre de la empresa, que han sido espiados, ella y algunos de los mandos del PP, en Castilla la Mancha (antes Castilla la nueva, con Madrid, y sin Albacete).
Todos los teléfonos, según dicen, están a disposición de no sé qué organismo oficial; a los ciudadanos se nos insta a denunciar a otros ciudadanos, como en el caso del tabaco; se achucha a los hijos contra los padres, poniendo a disposición un teléfono especial, en donde pueden hacer la denuncia. El presidente Rubalcaba, perdón, he querido decir vicepresidente, llegó a decir que oía todo, de todos. Ya solamente queda el receptor de televisión que, además de emitir las gilipolleces que se les ocurre, nos esté vigilando en nuestra propia casa.
Yo, por si ya estamos vigilados de esa forma, todas las noches cuando apago mi receptor, les dedico un par de ventosidades y un corte de mangas. Lo dicho: esto me huele mal.
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