No nos engañaron en su momento, y no nos dejaremos engañar ahora, treinta años más viejos. El 23F, fue un montaje preparado desde los intestinos del Estado. ¿Por qué? ¿Para qué? porque la recién estrenada Democracia –una criatura de seis añitos-, se les estaba yendo de las manos; se les escurría por entre los dedos, aunque cerraban fuertemente los puños, y los españoles empezaban a comparar con el reciente pasado y la comparación salía en negativo. La cosa pintaba mal; Adolfo Suarez, que tan bien había servido a la “causa”, no era capaz de atajar la crisis económica, y tampoco era capaz de acabar con el terrorismo etarra –que sabía él, si “allí le habían colocado como a una marioneta, con el único fin de acabar con el Régimen salido del Alzamiento Nacional, desde su Secretaría Nacional-. La cosa se ponía seria ya que si no se encontraba una solución rápidamente, se corría el riesgo de una “involución”, que podría llegar a parar en una solución, como lo acaecido en Grecia.
A alguien se le debió encender la lucecita del recuerdo: “lo mismo que acabamos con el almirante Carrero Blanco, podemos acabar con esta situación, que se antoja desesperada”. “¿Quién puede hacerlo, y de qué manera. Ahora no podemos hacer volar a nadie?”. Se lo dejaremos al CESID, ellos y los de AOME, encontrarán, como entonces, la mejor solución para nosotros”.
Y la solución pasaba por involucrar en una operación militar al general más apreciado dentro del Ejército: el general don Jaime Milans del Boch. Don Jaime, como la mayoría de los generales del momento, era monárquico, y en cuanto el general Armada, con su currículo cerca del Rey, le habló de dar un golpe DE GOBIERNO y no de Estado, con el fin de sacar a la Patria del pozo en el que se encontraba, se puso a las órdenes de quien se haría cargo del gobierno, con el consentimiento del monarca. Pero había que escenificar el “asunto” a lo grande. ¡Claro! “Antonio Tejero; en cuanto se le proponga para entrar con sus guardias civiles en el Congreso, entra de cabeza; ya lo veréis”.
Ni al mismísimo William Shakespeare le habría salido mejor. De una sola tacada, el Rey se convirtió en el “motor del cambio”; la “case política” había vencido a los militares, y en el extranjero se le dio el espaldarazo a la democracia española. Y por si fuera poco, de paso, se deshacían de Suarez, como del despojo de una naranja después de haberle sacado el jugo; dejando camino llano al socialismo de Felipe González. El del GAL.
Todos los datos que con la cercanía del treinta aniversario de la “ocurrencia” van saliendo en los periódicos, en aquel entonces no los teníamos; pero si, muchos, teníamos la intuición de que nos estaban tratando de meter el timo del Toco Mocho. Nadie nos explicó cómo era posible que al poco de tomar las tropas los estudios de Prado del Rey, se marcharan sin dejar un retén de vigilancia. Nadie nos explicó cómo era posible que, teniendo la posibilidad de conectar con cualquiera de las emisoras de radio que no habían sido tomadas por las tropas, todas, el Rey tardase tanto en dirigirse a los españoles, desautorizando lo que estaba ocurriendo.
Muchos pensamos que, con lo cerca que esta la frontera de Portugal, en un helicóptero, no se tarda tanto en ir, y volver.
Ahora, con la película que están anunciando sobre el famoso 23F, seguro que taparan, por falta de interés de los españoles por las cosas que les afecta, la verdad, y nos darán una versión, como “SiSí”, en la corte de Francisco José.
¡¡¡Menudo fraude!!!
A alguien se le debió encender la lucecita del recuerdo: “lo mismo que acabamos con el almirante Carrero Blanco, podemos acabar con esta situación, que se antoja desesperada”. “¿Quién puede hacerlo, y de qué manera. Ahora no podemos hacer volar a nadie?”. Se lo dejaremos al CESID, ellos y los de AOME, encontrarán, como entonces, la mejor solución para nosotros”.
Y la solución pasaba por involucrar en una operación militar al general más apreciado dentro del Ejército: el general don Jaime Milans del Boch. Don Jaime, como la mayoría de los generales del momento, era monárquico, y en cuanto el general Armada, con su currículo cerca del Rey, le habló de dar un golpe DE GOBIERNO y no de Estado, con el fin de sacar a la Patria del pozo en el que se encontraba, se puso a las órdenes de quien se haría cargo del gobierno, con el consentimiento del monarca. Pero había que escenificar el “asunto” a lo grande. ¡Claro! “Antonio Tejero; en cuanto se le proponga para entrar con sus guardias civiles en el Congreso, entra de cabeza; ya lo veréis”.
Ni al mismísimo William Shakespeare le habría salido mejor. De una sola tacada, el Rey se convirtió en el “motor del cambio”; la “case política” había vencido a los militares, y en el extranjero se le dio el espaldarazo a la democracia española. Y por si fuera poco, de paso, se deshacían de Suarez, como del despojo de una naranja después de haberle sacado el jugo; dejando camino llano al socialismo de Felipe González. El del GAL.
Todos los datos que con la cercanía del treinta aniversario de la “ocurrencia” van saliendo en los periódicos, en aquel entonces no los teníamos; pero si, muchos, teníamos la intuición de que nos estaban tratando de meter el timo del Toco Mocho. Nadie nos explicó cómo era posible que al poco de tomar las tropas los estudios de Prado del Rey, se marcharan sin dejar un retén de vigilancia. Nadie nos explicó cómo era posible que, teniendo la posibilidad de conectar con cualquiera de las emisoras de radio que no habían sido tomadas por las tropas, todas, el Rey tardase tanto en dirigirse a los españoles, desautorizando lo que estaba ocurriendo.
Muchos pensamos que, con lo cerca que esta la frontera de Portugal, en un helicóptero, no se tarda tanto en ir, y volver.
Ahora, con la película que están anunciando sobre el famoso 23F, seguro que taparan, por falta de interés de los españoles por las cosas que les afecta, la verdad, y nos darán una versión, como “SiSí”, en la corte de Francisco José.
¡¡¡Menudo fraude!!!
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