-¡Pepe, Pepe! Ven, que el niño ha hablado –la progenitora de la criatura se le veía la mar de contenta.
-¡Voy, voy! ¿Qué, que es lo que ha dicho? -preguntó el progenitor de la criaturita, muy nervioso-. ¿Ha dicho papá?
-No lo sé, cuando he puesto atención, el jodío se ha callado.
-Hazle alguna carantoña, a ver si vuelve a hablar –pidió el papá, con cara de fastidio.
En estas estaba la pareja, cuando el niño, volvió a hablar, ahora con mayor claridad: “¡soy rojo, soy rojo, rojísimo!”.
-¿Has oído lo mismo que yo? –preguntó el progenitor a la progenitora.
-Creo que si –respondió esta.
-¿Ha dicho soy rojo?
-Sí, eso es lo que ha dicho.
Pasaros los añitos, y el bebé asistía al colegio, como casi todos los niños de su tierna edad. Un día, el director del colegio se quejó al progenitor de Pepelu, que así se llama el sujeto, de que al pasar lista en clase, cuando el profesor decía su nombre, en vez de decir presente contestaba. “¡soy rojo, soy rojo!”.
Pasaron los años; ya en la universidad, sus compañeros le llamaban: “Pepelu, alias el soso”; él seguía respondiendo. “¡soy rojo, soy rojo!”.
Los progenitores de Pepelu, viendo que la criaturita les había salido estrecho de inteligencia, aprovechando que en PSOE de su tierra tenía un amiguete, le afiliaron a ver se de esa forma hacían carrera de él. Y así fue; la escasa “materia gris” de aquella tropa facilitó su aterrizaje en la calle Ferraz; y de allí, al Congreso de los Diputados. Allí también, cuando pasaban lista, que era solamente cuando hablaba, contestaba: “¡soy rojo, soy rojo!”, ante la extrañeza de sus compañeros próximo, que le creían mudo.
Y, un día desgraciado, en que unos asesinos segaron cobardemente la vida de 191 personas y dejaron a 1500 heridos, se fraguo lo que sería la mayor desgracia caída sobre el Solar Patrio, en jamás de los jamases. Su ascenso a la jefatura del gobierno, a lomos de su por entonces fiel porteador, el calvo aprendiz de brujo, hoy jefe supremo.
A partir de ese momento histórico, alargó su discurso: “¡soy rojo, soy rojo! ¡Como mi abuelo!”. Y algunas estupideces más como: “estamos en las últimas curvas”, “estamos en la Champion league de la economía”, “ya se ven brotes verdes en la economía”, “estamos mejor que Italia, y ahora vamos a por Francia”, “este año llegaremos al pleno empleo”. Este gilipollas se debe creer que casi cinco millones de parados, es estar encima del pleno empleo.
-¡Voy, voy! ¿Qué, que es lo que ha dicho? -preguntó el progenitor de la criaturita, muy nervioso-. ¿Ha dicho papá?
-No lo sé, cuando he puesto atención, el jodío se ha callado.
-Hazle alguna carantoña, a ver si vuelve a hablar –pidió el papá, con cara de fastidio.
En estas estaba la pareja, cuando el niño, volvió a hablar, ahora con mayor claridad: “¡soy rojo, soy rojo, rojísimo!”.
-¿Has oído lo mismo que yo? –preguntó el progenitor a la progenitora.
-Creo que si –respondió esta.
-¿Ha dicho soy rojo?
-Sí, eso es lo que ha dicho.
Pasaros los añitos, y el bebé asistía al colegio, como casi todos los niños de su tierna edad. Un día, el director del colegio se quejó al progenitor de Pepelu, que así se llama el sujeto, de que al pasar lista en clase, cuando el profesor decía su nombre, en vez de decir presente contestaba. “¡soy rojo, soy rojo!”.
Pasaron los años; ya en la universidad, sus compañeros le llamaban: “Pepelu, alias el soso”; él seguía respondiendo. “¡soy rojo, soy rojo!”.
Los progenitores de Pepelu, viendo que la criaturita les había salido estrecho de inteligencia, aprovechando que en PSOE de su tierra tenía un amiguete, le afiliaron a ver se de esa forma hacían carrera de él. Y así fue; la escasa “materia gris” de aquella tropa facilitó su aterrizaje en la calle Ferraz; y de allí, al Congreso de los Diputados. Allí también, cuando pasaban lista, que era solamente cuando hablaba, contestaba: “¡soy rojo, soy rojo!”, ante la extrañeza de sus compañeros próximo, que le creían mudo.
Y, un día desgraciado, en que unos asesinos segaron cobardemente la vida de 191 personas y dejaron a 1500 heridos, se fraguo lo que sería la mayor desgracia caída sobre el Solar Patrio, en jamás de los jamases. Su ascenso a la jefatura del gobierno, a lomos de su por entonces fiel porteador, el calvo aprendiz de brujo, hoy jefe supremo.
A partir de ese momento histórico, alargó su discurso: “¡soy rojo, soy rojo! ¡Como mi abuelo!”. Y algunas estupideces más como: “estamos en las últimas curvas”, “estamos en la Champion league de la economía”, “ya se ven brotes verdes en la economía”, “estamos mejor que Italia, y ahora vamos a por Francia”, “este año llegaremos al pleno empleo”. Este gilipollas se debe creer que casi cinco millones de parados, es estar encima del pleno empleo.
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