Ahora toca arreglar todo lo que ha dejado que se descompusiera durante los últimos seis años largos. Ahora, con la espada flamígera de los amos del Mercado Común sobre la cerviz, a toda prisa y pisando la cristalería de Bohemia (las pensiones y el retraso en la edad de la jubilación), en vez de atacar al meollo. ¿Qué cuál es el meollo? ¡Diáfano! No es que la cosa esté más o menos nebulosa, no. La gran solución está ahí; ante sus mismísimas narices: las autonomías y los ayuntamientos.
Diecisiete Comunidades Autónomas, alguna, territorialmente no más grande que algunos pueblos. ¿Es qué no se podrían reducir a cuatro, o como una exageración, a cinco?
Ayuntamientos, aquí sí que hay “tela” que cortar: ocho mil ciento ocho municipios, trotando a sus anchas por las ciudades y campos de nuestra Patria, recalificando tierras a “gogó” de secano riguroso, (que se lo pregunten al Pocero), prevaricando, malversando y, por supuesto, haciéndose millonarios los desvergonzados ediles, en quien los ciudadanos pusieron su confianza. Ah ¿qué no son todos? Pues… sálvese quien pueda.
Ocho mil ciento ocho municipios, son una barbaridad. Toda la municipalidad de España, con algo más de dos mil, se podría realizar sin menoscabo de los servicios lógicos que los ayuntamientos tienen la obligación de gestionar: limpieza, alumbrado, alcantarillado, etc. Para cosas más importantes están los ministerios de la Nación, o las consejerías de las Comunidades Autónomas.
Con estas medidas, posiblemente, empezaríamos a reducir la deuda externa que nos está ahogando, y aun quedaría dinero suficiente para ayudar a la maltrecha industria nacional, con créditos cómodos, que sirvieran para relanzarla. Y todavía se podría hacer más ahorro: en España, el Senado se compone de doscientos sesenta y cuatro senadores. Y el Congreso lo componen trescientos cincuenta diputados. ¿A qué vosotros y yo, camaradas, sabemos que con la mitad, o menos, se podría llevar a cabo la misma labor? Y otro chorreón de euros que nos podríamos ahorrar.
¡Claro, hombre, claro! Lo sé, lo sé. Ya sé yo que este sistema es así. Y que por ser así, nos ha traído la desgracia, por qué no puede ser de otra manera. Este sistema lo han creado los ignorantes, los vagos, los trileros, los bandoleros, los amigos de lo ajeno, las putas, sus hijos, los incapaces, los resentidos, los envidiosos, etc., etc., etc… viendo el género que tenemos ¿de qué otra forma podría ser?
Posdata: si algún camarada, o no, quiere polemizar (siempre con el mayor respeto, por ambos lados), gustosamente me pongo a su disposición.
Diecisiete Comunidades Autónomas, alguna, territorialmente no más grande que algunos pueblos. ¿Es qué no se podrían reducir a cuatro, o como una exageración, a cinco?
Ayuntamientos, aquí sí que hay “tela” que cortar: ocho mil ciento ocho municipios, trotando a sus anchas por las ciudades y campos de nuestra Patria, recalificando tierras a “gogó” de secano riguroso, (que se lo pregunten al Pocero), prevaricando, malversando y, por supuesto, haciéndose millonarios los desvergonzados ediles, en quien los ciudadanos pusieron su confianza. Ah ¿qué no son todos? Pues… sálvese quien pueda.
Ocho mil ciento ocho municipios, son una barbaridad. Toda la municipalidad de España, con algo más de dos mil, se podría realizar sin menoscabo de los servicios lógicos que los ayuntamientos tienen la obligación de gestionar: limpieza, alumbrado, alcantarillado, etc. Para cosas más importantes están los ministerios de la Nación, o las consejerías de las Comunidades Autónomas.
Con estas medidas, posiblemente, empezaríamos a reducir la deuda externa que nos está ahogando, y aun quedaría dinero suficiente para ayudar a la maltrecha industria nacional, con créditos cómodos, que sirvieran para relanzarla. Y todavía se podría hacer más ahorro: en España, el Senado se compone de doscientos sesenta y cuatro senadores. Y el Congreso lo componen trescientos cincuenta diputados. ¿A qué vosotros y yo, camaradas, sabemos que con la mitad, o menos, se podría llevar a cabo la misma labor? Y otro chorreón de euros que nos podríamos ahorrar.
¡Claro, hombre, claro! Lo sé, lo sé. Ya sé yo que este sistema es así. Y que por ser así, nos ha traído la desgracia, por qué no puede ser de otra manera. Este sistema lo han creado los ignorantes, los vagos, los trileros, los bandoleros, los amigos de lo ajeno, las putas, sus hijos, los incapaces, los resentidos, los envidiosos, etc., etc., etc… viendo el género que tenemos ¿de qué otra forma podría ser?
Posdata: si algún camarada, o no, quiere polemizar (siempre con el mayor respeto, por ambos lados), gustosamente me pongo a su disposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario