Alberto Boadella, dramaturgo insigne y director de los Teatros del Canal, en una entrevista hecha al alimón junto a Rafael Álvarez, el Brujo, llevada a cabo por dos periodistas de El Mundo, a la pregunta “¿Cómo llevan lo del IVA?” la respuesta del Brujo, no deja lugar a dudas. “A mi lo que me jode es lo del Fútbol; que no se lo hayan subido y siguen pagando el 10%. Para don Alberto Boadella, como para cualquier persona con sentido común y conocimiento de lo necesario y lo superfluo, le parece insultante, y más, cuando enfrenta impositivamente una obra de cualquiera de los autores que conformaron la generación conocida como la del Siglo de Oro, por las que hay que pagar el 21% de IVA, con una revista pornográfica, a quién solamente le afecta el exiguo 4% de IVA. Y se pregunta con lógica extrañeza “¿Pero quién es el cerebro que ha hecho esto? ¿A qué incompetente se le ha ocurrido?”
Yo les digo a don Alberto y don Rafael, que la respuesta es sencilla como la vida misma: doña Esperanza Aguirre pensó que para dirigir los Teatros del Canal, sería necesario una persona profesional y con mucha experiencia en el medio y, nadie mejor que usted, don Alberto Boadella. Usted, don Rafael “el Brujo” espero que no nos quitará la razón a doña Esperanza y a mi. Y, claro está; por esta vez, la cosa ha salido tan bien, que ni siquiera el rojerío frustrado, lo tiene en el muestrario de sus peregrinas protestas. Pretendo decir que, quien ha nombrado para el cargo de repartidor de las cuotas del IVA, en el ministerio de Hacienda, no ha actuado de la misma manera y, en vez de poner ese reparto en manos profesionales, con mucha experiencia, se lo han debido dar al amiguete de partido; a uno de esos "pringaos" que, por lo visto, Calderón, Quevedo, Góngora, Cervantes, Cela, J.R. Jimenez y, ese larguísimo etc., que necesitaríamos siglos para poderlo enumerar, le importa mucho menos, que una sucia revista pornográfica de culos y tetas. Tal vez, envidiando tener entre sus piernas un miembro a tono con la revista, o tal vez, envidiando tener entre sus nalgas uno de esos miembros de tres equis (XXX). Seguro que a don Alberto, a don Rafael, como a mí, no les importa los gustos del “paniaguado”, sino sus malévolas consecuencias. Solamente a un necio se le podría haber ocurrido nombrar para tan delicado asunto a un imbécil que prima al fútbol y al porno, mientras “funde” la cultura y la ciencia.
Para llegar a la conclusión que he llegado, no me hizo falta ir a estudiar a Salamanca; solamente con un poco de atención, uno se da rápidamente cuenta de que este sistema se aleja tozudamente de la inteligencia y se enroca en el amiguismo simplón y analfabeto.
El cómico, Boadella, lo digo con respeto y admiración, encuentra paradójico que “en unos momentos en los que sobre el papel hay más libertad que nunca” pero que a él le da la sensación de que “es cuando la gente menos utiliza la libertad”. El papel lo aguanta todo; se usa para escribir, como todo el mundo sabe; y sobre él, sin la más mínima protesta por su parte, se puede escribir la verdad o la mentira, y también ambas juntas; o también se usa como papel higiénico en el cuarto de baño, que es donde debería estar el papel sobre el que, según usted, están escritas esas libertades. Desapasionadamente, como si fuésemos alienígenas; sin el menor deseo de faltar a la verdad, ¿se podría decir que los españoles no queremos ser libres? La paradoja no está en la actitud de los españoles; la paradoja es que en el sistema –Democracia- de las libertades oficiales, las escritas sobre el papel, sea cuando los españoles, a nivel personal, ven más amenazada su libertad, la de los suyos y la del porvenir. No voy a haceros perder el tiempo, mis queridos camaradas y amigos, leyendo, y el mío escribiendo, la cantidad de acciones que coartan nuestras libertades, aunque no quiero cerrar este comentario, al rebufo de la entrevista a Boadella y el Brujo, sin hacerles a ellos una pregunta, por supuesto, fuera del temario: ¿Puede la persona sentirse en libertad, cuando la Justicia está más por atenuar el castigo al agresor, que en la reparación del mal hecho al agredido?
Como doy por seguro que mi pregunta, por no llegarles a mis admirados cómicos, no me contestarán, os la hago a vosotros, que tampoco me contestareis ¿?. ¿Puede la persona sentirse en libertad…?
Yo les digo a don Alberto y don Rafael, que la respuesta es sencilla como la vida misma: doña Esperanza Aguirre pensó que para dirigir los Teatros del Canal, sería necesario una persona profesional y con mucha experiencia en el medio y, nadie mejor que usted, don Alberto Boadella. Usted, don Rafael “el Brujo” espero que no nos quitará la razón a doña Esperanza y a mi. Y, claro está; por esta vez, la cosa ha salido tan bien, que ni siquiera el rojerío frustrado, lo tiene en el muestrario de sus peregrinas protestas. Pretendo decir que, quien ha nombrado para el cargo de repartidor de las cuotas del IVA, en el ministerio de Hacienda, no ha actuado de la misma manera y, en vez de poner ese reparto en manos profesionales, con mucha experiencia, se lo han debido dar al amiguete de partido; a uno de esos "pringaos" que, por lo visto, Calderón, Quevedo, Góngora, Cervantes, Cela, J.R. Jimenez y, ese larguísimo etc., que necesitaríamos siglos para poderlo enumerar, le importa mucho menos, que una sucia revista pornográfica de culos y tetas. Tal vez, envidiando tener entre sus piernas un miembro a tono con la revista, o tal vez, envidiando tener entre sus nalgas uno de esos miembros de tres equis (XXX). Seguro que a don Alberto, a don Rafael, como a mí, no les importa los gustos del “paniaguado”, sino sus malévolas consecuencias. Solamente a un necio se le podría haber ocurrido nombrar para tan delicado asunto a un imbécil que prima al fútbol y al porno, mientras “funde” la cultura y la ciencia.
Para llegar a la conclusión que he llegado, no me hizo falta ir a estudiar a Salamanca; solamente con un poco de atención, uno se da rápidamente cuenta de que este sistema se aleja tozudamente de la inteligencia y se enroca en el amiguismo simplón y analfabeto.
El cómico, Boadella, lo digo con respeto y admiración, encuentra paradójico que “en unos momentos en los que sobre el papel hay más libertad que nunca” pero que a él le da la sensación de que “es cuando la gente menos utiliza la libertad”. El papel lo aguanta todo; se usa para escribir, como todo el mundo sabe; y sobre él, sin la más mínima protesta por su parte, se puede escribir la verdad o la mentira, y también ambas juntas; o también se usa como papel higiénico en el cuarto de baño, que es donde debería estar el papel sobre el que, según usted, están escritas esas libertades. Desapasionadamente, como si fuésemos alienígenas; sin el menor deseo de faltar a la verdad, ¿se podría decir que los españoles no queremos ser libres? La paradoja no está en la actitud de los españoles; la paradoja es que en el sistema –Democracia- de las libertades oficiales, las escritas sobre el papel, sea cuando los españoles, a nivel personal, ven más amenazada su libertad, la de los suyos y la del porvenir. No voy a haceros perder el tiempo, mis queridos camaradas y amigos, leyendo, y el mío escribiendo, la cantidad de acciones que coartan nuestras libertades, aunque no quiero cerrar este comentario, al rebufo de la entrevista a Boadella y el Brujo, sin hacerles a ellos una pregunta, por supuesto, fuera del temario: ¿Puede la persona sentirse en libertad, cuando la Justicia está más por atenuar el castigo al agresor, que en la reparación del mal hecho al agredido?
Como doy por seguro que mi pregunta, por no llegarles a mis admirados cómicos, no me contestarán, os la hago a vosotros, que tampoco me contestareis ¿?. ¿Puede la persona sentirse en libertad…?
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