¿Qué maldad hemos cometido los niños de la guerra y la posguerra para que, en nuestra vejez, nos veamos obligados a convivir con tantos sinvergüenzas en el gobierno y tantísimos golfos en su patibularia periferia? Me gustaría que alguien, más inteligente y con mayor conocimiento, nos informara de los pecados que, tal vez por efecto de esa vejez que nos acompaña, no somos capaces de recordar, si es que escolásticamente los hemos cometido.
Pero, es que esa misma pregunta: los mismos problemas de desvergüenzas del gobierno y las de su patibularia periferia, y ese mismo deseo de ser informados, convive en todos los españoles que, ya muy separados del ruido de la contienda, en plena madurez, pertenecientes a la siguiente generación, tampoco recuerdan haber cometido escolásticamente maldades que justifiquen tener que caminar por senda tan poco clara con tan indecentes ciudadanos. Pero es que en igual caldo de cultivo se encuentra la juventud -de los 25 a los 45 años- la flor y nata de la sociedad vigente -si estuviéramos hablando de otro país- más o menos la tercera generación, aguantando tan ignominioso trato y tan escasa -nula- explicación.
Lo de estos no se llega a entender pues, según las mentes más preclaras del país, encarna la generación intelectualmente más preparada (no me atrevo a agregar, y mejor instruida, pues sería reconocer que el mérito es el de sus preparadores) que jamás haya habido en España. No es posible decir que esa “elite” convive con tanta canalla falta de vergüenza, que sin el menor recato y de continuo exhibe este gobierno, incluidos los golfos de su inseparable patibularia periferia es mejor, no pudiéndose independizar y con la amenazadora espada de Damocles sobre su puesto de trabajo, que las convivencias de las anteriores generaciones pues, siendo espectadores de lo que les afecta negativamente, no nos queda otra que creer que ellos, con toda su preparación sobre la espalda, han debido cometer similares pecados y, ante el punto al que se ha llegado con el aborto no cabe duda de que esta gentuza que nos gobierna, así.
Y para cerrar el asunto pecaminoso, al parecer innato en la ciudadanía de este país, que tanto debe molestar a este desvergonzado gobierno y a los golfos de su patibularia periferia, con el aborto como método, se está empleando a impedir que se siga pecando en el futuro.
Eloy R. Mirayo.
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