miércoles, 20 de octubre de 2021

MAQUILLAR LA SUPERFICIE.

Da gusto ver cómo hay políticos y políticas que han luchado denodadamente, con un "porrete" en la mano izquierda y un gran botellón en la mano derecha, para alcanzar el Poder y, una vez logrado, se les ve, con gran tesón, cómo son capaces de inventarse leyes liberadoras y chiringuitos reivindicativos suficientemente bien remunerados sus "chiringueros", con sus correspondientes subvenciones, que solo sirven sirvan para liberar de la prostitución a sus parientas más allegadas, la menos allegadas, las amigas  de todas ellas y a las demás coleguillas que se ganan el sustento trabajando en ese oficio conocido como el más antiguo de cuantos se practican en la humanidad.

Como el país no tiene más problema a resolver que el gravísimo que crea la prostitución y sus disfrutadores, los folladores clandestinos, desde el Gobierno se ha puesto toda la capacidad imaginativa y creadora; todo el conocimiento científico en Derecho, del que constantemente hace gala su presidente; todo el buen paternalismo que brota protector -como el de cruzar de acera a la viejita invidente- de las buenas gentes que conforman sus dos mitades del gracioso monstruito -dicho con cariño-, en utilizar la abolición, inesperado invento propio; como la precisa herramienta que, en comunión con el talento que atesora nuestro poderoso rojerío, aquello, la prostitución, que fue el único gran problema, no sólo de esta nación, sino de todo el orbe, como el matrimonio gay, pasará a ser la gran victoria del progresismo rojo.

El problema del abolicionismo gubernamental, según opiniones que parecen sensatas, solo sirve para maquillar la superficie pero no puede acabar con algo para cuya satisfactoria realización solamente se necesitan el acuerdo de dos personas y un lugar discreto alejada de miradas inoportunas. Si hay una cama... Eso es la repera. Me contaba un amigo que un día fue de putas y, como solo tenía dinero para pagar el servicio, no le quedaba para la cama, se fueron a un solar próximo; él sentado en una piedra y ella montada en él, en uno de los vaivenes se perdió el equilibrio y mi amigo, para no caerse, puso la mano en el suelo con la mala suerte de que alguien antes que él (esto es totalmente cierto), en ese mismo punto que apoyó la mano había dejado un mojón de gran tamaño. Si; mucho mejor si hay una cama.

Hay insensatos que creen que la abolición, por impracticable e impositiva, lo que hace es potenciar la aparición de cantidad de organizaciones mafiosas que, en esas condiciones de indefensión de la prostituta, es donde mejor se mueven; sacan mayor beneficio, y en la que se agudizan los abusos y la explotación.

También existen insensatos que creen que la prostitución (femenina y masculina), entre otras cosas, ejerce un servicio muy beneficio para muchos/as personas (hombres y mujeres) que, por motivos psicológicos o estéticos, solamente en la prostitución pueden encontrar desahogo -a parte de la "mandolina"- y disfrutar de su sexualidad.

La obligación de un gobierno serio -muy lejos del que te cuento- no es perseguir a las prostitutas para librarlas del yugo en el que está "uncidas", siendo muchas las que no han recibido preparación para dedicarse a algo mejor, sino perseguir con saña a los delincuentes: proxenetas y a quienes se dedican a la "trata de blancas", que así están señalados por el Código de Justicia en todos los países del Mundo.

Y, dentro de esa obligación, tener preparados los medios, sanitarios, económicos, educativos, laborales y residenciales -tal vez unas cuantas vicepresidencias por ocupar- para atender adecuadamente a quienes decidan encaminar su vida por un camino más amable.

Eloy R. Mirayo.




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