martes, 11 de mayo de 2021

¿SE PUEDE ACTUAR CON MÁS IRRESPONSABILIDAD?

La gran facilidad de Pedro Sánchez para hacer que las cosas que podrían resolverse de manera natural por propia voluntad, se dificulten pues él, sistemáticamente las mira, va, y las defeca de mala manera, dejando la taza del water totalmente decorada de apestosas pecas y al resto de los españoles, pringados por sus salpicaduras. 

En cuanto al resto de asuntos que sin previo aviso se presentan; vicisitudes fuera del muestrario que, en España, como en cualquier otro país que se precie, se han de resolver por el Presidente de su Gobierno, ayudado por su equipo ministerial, él, como el resto de su equipo -ni puta idea- al no tener madera de tan alta dignidad política, por mucho que se lo crean -no es un gran mérito, cualquiera vale para vocal por designación política, de una caja de ahorros; que también cualquiera vale para cajera en un comercio; o para sindicalista de sindicato muy bien subvencionado, que su único trabajo fue coger el sueldo a final de mes y echar a correr a cantar La Internacional- su actuación, sin necesidad de mayor explicación, lo ha dejado claro con su negativa actuación frente a la Covid-19.

Y si eso fuera la excepción... Pero es que ante el paro ¿qué? Ante la economía ¿qué? Ante la desaparición de miles de medianos y pequeños comercios ¿qué? Ante la inmigración ilegal ¿qué?. Silencioso como un burro de cartón piedra, cuando debería haber estado presente, o exultante como el gilipollas de mi pueblo -es podemita, como resulta natural-, gritando a los cuatro vientos "hemos vencido al virus". Lo que quedó desmentido por tres olas seguidas, dejándole en el mayor de los ridículos, junto a su "¡Hemos alcanzado la nueva normalidad!". Y el jodío se largó de veraneo a "La Mareta" (Palacio del Patrimonio Nacional) por "la barba", gastándose más de 200.000 euros. 


Y dejó las fronteras abiertas a la llegada de turistas -algunos con el virus al hombro- y animando a los españoles a disfrutar plenamente de su personal regalo: "su nueva normalidad".

¿Se puede actuar con más irresponsabilidad? Si, en Pedro Sánchez, si se puede dar el récord. Lo demuestra el  hecho de que él, para mayor gloria, se pasó sin ningún tipo de dificultad por el mismísimo "arco del triunfo", la advertencia de la Unión Europea sobre la aparición de la segunda ola.

Pedro Sánchez veraneo de Cojón de pato. La gran mayoría de los españoles ese verano, después de estar totalmente confinados, sin poder trabajar; sin posibilidad de recibir dinero; después de habernos gastado los pocos dineros ahorrados con sangre sudor y lágrimas que los impuestos nos permiten... ¿Dónde coños íbamos a ir?.

Ahora; este verano que tenemos en puertas ¿hay alguien en este país que de verdad; con el corazón en la mano, crea poder veranear de alguna manera que no sea yendo al pueblo con los abuelos? -le pregunte a mi amigo Laurencio- No, y no estoy pensando -le dije- en los que han sido vilmente insultados por el rojo Monedero: ("Qué hacemos con los gilipollas que cobran 900 pavos y votan a Ayuso"). Esa misma pregunta me hago yo: ¿qué hacemos con el grandísimo hijo de la gran puta que teniendo el riñón bien cubierto de manera que ya resolverá la Justicia, forma parte de Podemos? El rojo partido en descomposición a quien seguro que entregará siempre su asqueroso voto.

Estoy pensando en todos aquellas personas de bien; trabajadores, empleados, funcionarios -que no son ricos de nacimiento-, a los dos primeros arruinados por la ignominiosa gestión del gobierno; los terceros, gravitando amenazadoramente sobre sus cabezas una posible bajada de salarios y aún quedan los que subsisten trabajando media jornada y los autónomos, económicamente desaparecidos del mapa laboral.

En fin Laurencio, no hay nadie que pueda veranear este año y, si alguien quisiera ver el Mar o la Montaña, deberá comprarse ¡si es que le da! una tarjeta postal.

Si; -me ha soltado Laurencio- Pedro Sánchez; toda su muchachada; y la muchachada del Iglesias. 

¡Joder! Eso es trampa; toda esa tropa se van a gastar los euros de nuestros impuestos.

Eloy R. Mirayo.



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