martes, 7 de julio de 2020

¿A QUÉ VIENE EXTRAÑARSE AHORA?

La caspa, el aroma a sobaco añejo y bajos olvidados de la existencia del C2O, el idioma de mercadillo chungo, eso me cuentan algunas personas que se dicen enteradas de lo que pasa en los altos vuelos de la política nacional -a mí la comprobación me queda lejos-, y que ese es el ambiente que se respira en los aledaños del Gomierdo. Y hasta denuncian que el embuste, la impostura, la "caló" remanguillé y la chulería barriobajera son los cimientos donde se apoya la autoridad férrea de esta bicéfala dictocracia, como ha quedado perfectamente identificado, de eso sí que me he dado cuenta, en la actuación en cuanto a enfrentarse al Covid-19, el presidente de este Gomierdo y de la infinita lista de vicepresidentes, ministras y ministros, en disminución tanto de presencia física, menos Salvador Illa, con la compañía del Top Symbol, Simón, como intelectual, hasta la casi desaparición, si no aparecieran puntualmente a la hora de recoger su salario muy bien sudado por... todos nosotros.

¿A qué viene extrañarse ahora? Desde hace más de cuarenta años todo en España se ha ido desluciendo hasta ofrecernos este cuadro gris, sin relieves y con demasiados bajosfondos profundos y oscuros. Trampas, la Pobreza, hallazgo propio de este sistema que han logrado hacerla invencible, para que las personas que cada día van cayendo en ella, les sea imposible salir; el Paro, amenaza constante; espada de Damocles que pende sobre las cabezas de los privilegiados, cada día menos numerosos, que aún conservan su empleo; y la extrema dificultad que los jóvenes sufren que les impide independizarse desarrollando trabajos filoesclavistas, con sueldos ridículos y condiciones solo aceptables por unos Gomierdos como los que estamos sufriendo, para poder crear su propia historia vital; dificultad extrema que raramente algún joven llega a vencer.

Esas tres trampas que la Democracia nos trajo tras la muerte del Caudillo a los españoles, son las medallas que todos los políticos, servidores y beneficiarios de ella, deberían llevar colgadas del pescuezo, igual que la vaca Lucero, como símbolo de sus "triunfos" en la magnífica labor llevada a cabo. ¿Qué labor?  Pues la de enriquecerse, los que llegaron "tiesos", y para ser más ricos, los que ya lo eran.

Me decía ayer un cliente que las cosas no parece que vayan mal, "es más, yo diría que hasta las gentes con las que me cruzo por la calle, el metro, los autobuses o los hipermercados, se les ve despreocupados, y hasta sonrientes". 

¿Cómo dice?. Mi sorpresa, yo que soy un tele espectador de Intereconomía -la tele del Toro- me quedé de mármol, como el David de Miguel Ángel. ¡Despreocupados! ¡¡Sonrientes!! Esos comentarios, le dije al cliente, después de olerle -no olía a alcohol- se deberían hacer en soledad, en semi penumbra y de cara a un espejo, para sacar consecuencias de lo que pudiera suceder si se hiciera cara al público un comentario semejante. Me dejó más tranquilo cuando presumió de ser uno de los mil quinientos expertos que Sánchez ha fichado, y los tiene en el jardín del palacio de la Moncloaca, como a los guerreros chinos de terracota.

Y no creo que tengan mejores propuestas y más amenas sus conversaciones. Tampoco, esa es mi creencia, el contrastador sería capaz de entender y desarrollar lo escuchado.

Eloy R. Mirayo.



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