jueves, 11 de junio de 2020

VUELTA A LAS ANDADAS.

La vuelta a las andadas. La desmilitarización de la Guardia Civil es como el monstruo del lago Ness y su monstruito, cuando se avecina el verano siempre hay imbéciles que sin motivo que lo justifique, lo ponen en primera línea.

¿Qué tipo de cabronadas tienen en mente para joder el espíritu de la Guardia Civil, echando mano de la desmilitarización? ¡Ya está bien! Acaso los sin vergüenzas no creen suficiente el daño que se ha hecho a este glorioso cuerpo con la serie de directores que le han sido impuestos, encabezada por el socialista Roldán, amoral producto infinitamente serigrafiado en la calle Ferráz, que en su despreciable forma de proceder llegó a pringarse hasta en los dineros destinados al Colegio de Guardias Jóvenes, para la preparación intelectual de los huérfanos del Cuerpo.

Hay muchas cosas que para el bien general de la ciudadanía española deberían haber cambiado hace muchos años en la política nacional que, por desgracia, han quedado crónicas; agarradas como carcinomas a los órganos vitales de España, tratando de ocasionar su destrucción y muerte.

Fijarse en la Guardia Civil, como si fuera imprescindible su desmilitarización como algo beneficioso para la nación -larga palabra que esconde el ponzoñoso desprecio y odio que siente en lo más profundo de su ser el casposo rojerío a todo lo que significa Honor, Valor, Entrega y Sacrificio- es como si el dentista, el muy cabrón, aconsejara al paciente extraer el molar sano y mantener el careado canino que le está mortificando, ¿dónde está el beneficio?.

En esa propuesta no están las gentes buenas pero equivocadas que piensan (¿qué coños pensaran?) que con la separación del ejército sus prestaciones mejorarían. ¿Salvarían más personas en el mar y en las montañas? ¿Apresarían más delincuentes? ¿Habría más seguridad en las carreteras?. Si es que hay alguien de esa voluntad le diría que se cuidara, porque su enfermedad es la gilipollez y, aunque de eso no se muere...

Si; yo también pienso que en lo que atañe a la Guardia Civil hay muchas cosas que deberían revisarse a la mayor brevedad. En primer lugar lo que afecta a sus emolumentos, muy inferiores a los que cobran neo policías autonómicas incapacitadas para muchos de los servicios que prestan los miembros del Glorioso Instituto. 

Ver el estado de algunos de los asentamientos (¡Señora directora!) en ciertas ciudades y pueblos de nuestra geografía no está muy alejado de lo que se conocen como chabolas; casas cuartel que solamente se dignifican por la bandera que ondea en el edificio y por la presencia de los guardias que allí viven, algunos con sus familias. Yo he conocido guardias que para hacer el servicio, teniendo que hacer ruta de varios pueblos, por lo que no cabía la posibilidad de hacerlo andando, utilizaban su propio vehículo. En un pueblo de la provincia de Cáceres, tres guardias -un sargento, comandante de puesto y dos guardias-, se repartían, salían de servicio, visita a tres pueblos, el sargento y un guardia y al día siguiente lo hacía el sargento y el otro guardia. El guardia del día anterior se quedaba descasando lo que le permitieran las incidencias del día.

Pero ¿qué se puede esperar de esta tropa de demócacas soplapichas, más interesados en crear -como sea, es lo de menos- sus patrimonios y comprarse lujosos "chaletes" con piscina y amplísimos jardines por los que puedan correr tranquilos sus hijos y sus perros, que poner su cuidado en cuidar a una de las mejores cosas que aun nos queda a los españoles: la Guardia Civil? 

La broma "malaje" de pijorojo andaluz, es que quien protege esas lujosas propiedades es la Guardia Civil. Quien vigila durante incómodas horas al otro lado del lujo, es la Guardia Civil. Quien pasa la noche en vela para que esos soplapichas y sus favoritas duerman tranquilos sin que nadie, ni siquiera su conciencia -esta, no por mérito de la benemérita, sino por inexistente-, les moleste, es la Guardia Civil.

¡¡¡Viva la Guardia Civil !!! 

Eloy R. Mirayo.


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