martes, 16 de junio de 2020

NIÑO RICO.

El problema que sería bueno resolver, en lo que atañe muy negativamente a las expectativas políticas a las personas normales y decentes de este país, en estos momentos, que es aquello que suele afectar a las personas más válidas que atraídas por las necesidades de la Patria (me encanta esta palabra), llegan ilusionadas a los partidos políticos, seguros de poder aportar soluciones a las cosas que son importantes que, al estar mal concebidas, repercuten dañinamente física, psíquica, laboral, cultural y económicamente. Y en su patriótico altruismo, llegan creyendo en la posibilidad de, utilizando la "lanzadera" que supone el Partido coincidente con su sensibilidad política, poder poner en funcionamiento las ideas capaces de crear un mejor porvenir para España, y también para el común de los españoles.

Los que hayan tenido experiencia como militantes, saben que es así. Que la inmensa mayoría, cosa que no actúa en su favor, muy poco tiempo después de llegar; cuando comienzan la convivencia con las ratas de la política -por desgracia son la mayoría de los malintencionados "entes" que pululan por los pasillos y los despachos de las sedes de los partidos (por lo menos de los partidos en los que he militado FN, FE y Juntas Españolas)-, acaban, sin el menor atisbo de lucha, marchándose decepcionados y absolutamente hastiados, llevándose en la mochila su honradez, su generosidad y su talento y (poniendo por delante mi solicitud de perdón a aquellos que, habiendo pasado por algo así, se pudieran sentir aludidos) dejando como memoria para los buenos militantes, su cobardía, por no haberse decidido a luchar para acabar con las "ratas" para conseguir llevar a feliz término sus proyectos.

Es una pena escucharles por las emisoras de radio, o poderles ver y escuchar a través de las pantallas de televisión (casi ninguna para ser exactos), unos razonamientos que, desgraciadamente, se perderán en el espacio sin ningún provecho.

He de confesar que casi todas las noches me voy a dormir, lo que me cuesta un huevo, porque voy cabreado; jodido después de haberme pasado frente a la tele varias horas, asistiendo como espectador a "El Gato al Agua", o a "Más se Perdió en Cuba", sin entender cómo es posible que, políticamente hablando, se pueda desperdiciar tanto talento. No es bueno dejarse abierto el grifo del agua porque al final tendremos que pagar el derroche de tan necesario elemento.

Por la calle Serrano, hace una pila de años, paseaba un "Niño Rico", que a esa singularidad unía lo que viene siendo una notoria jilipollez, hacía gala de su riqueza encendiendo 

un cigarro utilizando un billete de mil pesetas prendido en llamas; también fue capaz de pagar tres mil pesetas (lo que en aquellos años era casi un sueño) a un panadero para que le asara en su horno de leña una barra de hielo... no será que a nuestros políticos; a lo que consideramos nuestros políticos, porque a ellos les damos nuestra confianza introduciendo por ellos el voto en la urna, les está ocurriendo como al Niño Rico (por cierto, extremeño; mi cariño para Extremadura, de "eso" totalmente inocente) presuntuoso paseante de la calle Serrano, de Madrid, sintiéndose servidos con lo que en estos momentos poseen.

Por cierto, antes de que se me olvide, al cabo de los años sobrevivía de "espadachín" dando "sablazos" a sus amistades; las que se dejaban, cada día menos numerosas.

Sería una verdadera pena que, quienes ahora (¡Dios no lo quiera!) se sienten ricos gozando de un alto puesto en esta Memocracia, en un futuro próximo, malvivan políticamente echando de menos las aguas que dejaron pasar a su lado sin haber hecho un buen uso de ellas.

Eloy R. Mirayo.



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