martes, 30 de junio de 2020

LOS AGRAVIOS NO CESAN.

La realidad es que este Gomierdo no ha sido capaz de terminar con el virus, ya sabemos que igual que los demás; pero este, al contrario de la mayoría de los gobiernos de nuestro entorno, escurriendo el bulto con la cobardía que caracteriza al rojerío nacional, para no seguir perdiendo el poco crédito político, la patata caliente del Covid-19 que está saliendo del caldero (los sucesivos nuevos brotes por todo el territorio nacional, con la excepción de Asturias) se la ha pasado a las comunidades autónomas con el "tocomocho" de la cogobernancia (gilipollesca palabra; gilipollesca herramienta inventada por algún gilipollas de los muchos que pacen en las chungas praderas de la administración) que muy probablemente abrasará las manos de la mayoría de los gobiernos autónomos. 

Para ese viaje no son necesarias las alforjas de tener que aguantar durante todos estos meses al Simón y al Illa, como si fueran los niños de san Ildefonso, diciendo, sin el menor reflejo de emoción, los números de los infectados y de los difuntos, como si no estuvieran dando datos sobre seres humanos caídos en desgracia: "Ciento veinticinco miiil doscientosss tres" "son los innnfeccctadosss" "dieciocho mil trescientos veintitrés" "sonnn losss muerrrtosss".

La diferencia respecto a los infantes del santo es que, el "dueto fatal" en vez de cantar el número del gordo, lo ha dejado muy escondido. Lo que no impedirá que termine saliendo. 

Es la excusa de los cobardes: huyen a uña de caballo del escenario de la batalla, lugar en que mueren con gloria los valientes, con la sonrojante excusa de que de esa manera estarán mejor preparados para librar otra batalla que pudiera presentarse; si es que se presenta. Que en ese caso, aplicando la "Moviola", volverían a repetir la jugada.


Los agravios a la Guardia Civil, desde la muerte del Caudillo Franco, no cesan. El último, por el momento, es la sustitución del fondo verde sobre el que reposa su glorioso escudo, por los colores del "trapo multicolor" con el que se envuelven las siglas de heterogéneo movimiento LGTBI.

No se cansan. Con la presencia de los socialistas en la gobernación del país, ciñéndonos a este tema, además de haber colocado en su dirección a personajes como el "chorizo" Roldán, se les puso entre asta y asta, la idea, que alguien más inteligente paró, de hacerla desaparecer. Ahora, con el ministro afín a ese abecedario, un cuerpo de ejército absolutamente jerarquizado, esa máxima autoridad, pasándoselo por donde más disfruta, las normas vigentes, ha quitado y colocado, a quien no debía, y a quien no le tocaba.

La cabronada, que es gorda, no es solamente poner el escudo de la Guardia Civil sobre el policromo trapo, que también, sin que desde la casa del Rey, don Felipe VI, haya salido la protesta, está incluida la Corona.

A la lógica protesta de las personas normales, entre las que incluyo a muchísimos homosexuales, que se nos han unido, han salido los hijos de madres descocadas y padres desconocidos, con la argumentación falsa y letrinal que les sale comúnmente de sus bocas: "El facherío desata su homofobia contra la Guardia Civil por ondear la bandera (el trapo) Gay". Y además, mienten. La Guardia Civil jamás ondearía más bandera que la bandera nacional de España. Un guardia o un político sin más mérito que el de pertenecer al partido en el gobierno, colocada en la dirección del cuerpo, la podrán ondear, pero eso no es la Guardia Civil. Eso solo obedece a la gilipollez humana.

Eloy R. Mirayo.


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