miércoles, 11 de diciembre de 2019

LA VOZ DE SU AMO.

Esta es la fotografía que por esas cosas raras que ocurren dentro de los intestinos de las nuevas tecnologías, se cayó de mi artículo de ayer, que nos muestra las diferencias, llevadas  a efecto por la empresa Wonderland, incluyendo la estrella roja.

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Quiero confesarme en este folio ante el Mundo entero (algo exagerado sí que podría parecer pero, si me he excedido es por lo que suele mermar en el transcurso) de la absorbente adición, terrible vicio que me aferra y no me suelta. Es, como cuando te pinza un bogavante al que se pretende zambullir en la paella que se esté cociendo.

Terrible vicio el adquirido, no porque sea nocivo para mi salud, que la tengo bastante bien, como podría ser el haberme malamente enganchado a las sustancias alucinógenas que con tanta soltura transitan por nuestra Patria; igual de malamente engancharme al filomafioso mundo de las apuestas que con la complacencia -quien sabe si con algo más- gubernamental, autonómica, municipal y la estupidez de quienes apuestan, se ha convertido, a la par del negocio del narcotráfico, en la industria más boyante de cuántas industrias decentes (que como se sabe son pocas) están funcionando en estos momentos en España; o haber sucumbido a la gilipollesca esclavitud del del teléfono móvil, tan primorosamente llevada por tantísima gente (me declaro ciudadano autodestelefonado). 

Mi adición solo es por lo que me entretiene, aunque me impide dedicar mas atención en otros menesteres que son importantes.

Vale; lo diré. Mi adición, repito, es la de no poder parar de escuchar al rebaño de uniforme balido que conforman la mayoría, si no la totalidad de los directores-presentadores y tertulianos/as -estoy vacunado- de las distintas televisiones y de las también distintas emisoras radiofónicas de alcance nacional. 

Salvando los pocos casos excepcionales, que es cierto que los hay, yo mismo podría señalar a quienes intervienen en las tertulias de Esradio; Intereconomía o Libertad Digital. 

Personas serias y muy preparadas que da gusto escuchar porque lo que dicen, a las personas normales, nos sanean los oídos, sucios de tanta basura que tenemos que oír diariamente. Cosas como lo que se les suelen decir: "VOXbeee, es malobeee, beee, beee". Es lo que en políticamente correcto propone el presentador/a, como principio del debate. A lo que contestan los tertulianos/as, igual de políticamente correcto:

"VOXfascistabeee, VOXhomofobobeee, VOXmachistabeee, VOXcontraconstitucionalbeeee, VOXracistabeee, beee, beee y más beeeeeee...".

Y es lo que me tiene loco: el nivel de adiestramiento que han alcanzado en su coral sonido, haciendo que las distintas voces: hijoputeña contra alta; cabronteña abaritonada; mamonteña ligera; y la soprano castrati de más de una docena, digan lo mismo siempre, sin el menor titubeo.

Tanto ellos como ellas no se apartan un ápice de la obediencia bobina a que les obliga por la paga que reciben -las trece monedas- 

de quien les nutre de las partituras que han de interpretar en cada momento, y modula convenientemente sus voces, según sean las circunstancias, agudas o graves; propicias o si por el contrario, se perciben en negativo nadie se aparta de lo que les pide:

la voz de su amo.

Eloy R. Miyayo.


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