martes, 19 de noviembre de 2019

HASTA LOS MISMÍSIMOS.

De las cosas más absurdas y aburridas que le pueden arruinar el día a cualquier persona inteligente, decente y respetuosa con Hacienda, es apechugar con la obligación inapelable de tener que  escuchar a Pedro J. Ramírez, 

en cualesquiera de las emisoras de radio y platós de televisión -bis a bis debe ser de suicidio-, por los que peregrina recolectando miserias intelectuales que le sigan en procesión, como Padre Misionero de esta poco Santa -más bien algo puta, que diría mi amigo Aristóteles- Democracia, tartamudeando su retorcido catecismo de descalificaciones y falsas acusaciones en su campaña anti VOX, sin posibilidad de salir huyendo al galope tendido, lejos de la influencia de sus poco "democráticos" y sucios balbuceos.

"Ped antería" debe ser un derivado descompo-desagradable de la composición gramatical, Pedro J. Ramírez. La imposición de sus infalibles opiniones apaga cualquier otra opinión, aunque sea en paralela -para lelos- a la suya, porque será considerada inferior y nada enriquecedora a la, de por sí riquísima, llena de matices muy sacrosanta del MAESTRO.

Mucho fue el tiempo que el mundo político español anduvo falto del alimento intelectual que derrama magnánimo su ingenio -así nos ha ido-. Lo que según da a entender él, señalando a VOX, la ultra derecha ha aprovechado para enseñar la maligna patita. La maligna patita de más de dos millones de españoles, 

que andamos ¡hasta los mismísimos cojones! de su careto y de su monótono charloteo que a muchos españoles (a mí, ni se me ocurre pensarlo) da por pensar en ¿que es lo que este hombre trata de enganchar de los políticos?. 

Y es que esa imagen es la que casi siempre dan semejantes supermendas, cuando piensan que todos los demás son imbéciles y, con doble ración, los que mangonean en el lugar de donde se saca, que todos están por debajo de su indiscutible majestuosa personalidad. La masa siempre es fácil de envolver con su ver... ver.... veeeerbo... flo... flo... flo... ri... ri... ri... iiidooo.

Después de su casi absoluto silencio ahora que ha vuelto y yo, que me lo encuentro en televisión mientras desayuno; en la radio a medio día y otra vez en la tele por la noche, cuando voy al retrete miro, no vaya a estar nadando en el pequeño lago del "Roca". 

Eloy R. Mirayo.



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