lunes, 18 de noviembre de 2019

ASÍ DE SENCILLO.

Las diferencias en este país en el que la democracia ha convertido a España, se solucionan matando al contendiente. Algo parecido a "Chicago año 30".

Es lo de menos el por qué de lo que se discuta; parece como si no hubiera otra solución para alcanzar el fin del problema, en vez de buscar el consenso (salió la cacareada palabra; ja, ja, ja) que matar al otro u otra, o por el contrario sea el otro o la otra quien resulte ser el muerto o muerta porque, muerto el perro se acabó la rabia (muy buena solución a veces).

Las calles de grandes, medianas y pequeñas urbes de este país, con apariciones recurrentes, se ven convertidas en "frentes bélicos" donde se mata y se muera sin tasa, usando armas cortas, armas largas -pistolas y escopetas o rifles-, navajas, cuchillos de respetables dimensiones, machetes, y hasta barras de hierro o -importado de los EEUU, como

la comida basura- bates de béisbol, con los que destrozan cabezas como si fueran simples sandías pero... Estamos mejor que la mayoría de los países más adelantados de Europa, y del resto del Mundo, como lo demuestra la Memoria del Consejo General del Poder Judicial, emitido por magistrados puestos la mayoría por los partidos políticos.

Según recoge el diario El Mundo "España es uno de los países más seguro del mundo".

Lo que no recoge el diario El Mundo es el número de víctimas de atraco que son persuadidos (por las enormes incomodidades que tendrían que sufrir) para no poner denuncias en las Comisarías, como a mí me dijeron, con la mejor voluntad por parte del agente de la Policía, cuando sufrí un robo en mi comercio. Por cierto, con la ayuda de varios vecinos recuperamos lo robado.

Lo que no entiendo es que tengamos que sentirnos mejor los españoles porque en otros países la criminalidad de cifras más amplias.

El hecho cierto es que como jamás en España, en estas dolorosamente jodidas décadas democráticas, los asesinatos manan generosos como el agua de La Fuente del Avellano, que nos cantó Antonio Molina. 

Y es que si se hubiera seguido editando El Caso, a estas alturas tendría que haber ido aumentado día a día el número de sus pliegos y seguro que tendría más hojas que el Libro Gordo de Petete, y que uno de los volúmenes de "Las Páginas Amarillas"; solamente para recoger los asesinatos en todas sus posibles variantes: mafiosas; por sicarios del narco; asesinatos en el ámbito familiar; raras defunciones... En fin; ha de aplicarse el larguísimo etcétera, para poder alcanzarlo en todo su volumen.

El mal de muchos (¡por ahí están peor!) solo puede ser consuelo para

gilipollas, o para gentuza vendida a esta política cacosa, como las prostitutas (pero con menos dignidad ¡todo por la pasta!) que práctica mucho "profesional" de los medios de desinformación y propio provecho.

A pesar de la desvergüenza establecida por la Democracia (así le llaman a esto que tanto se aproxima a una mierda) los españoles de bien todavía nos sobresaltamos, y nos asusta el sonido de los estampidos de las armas de fuego. Y no digamos cuando suenan a centímetros de nuestros oídos, como ha ocurrido recientemente en Bilbao: un muerto y dos detenidos, una víctima mortal y un herido en Marbella, y un tiroteo en Capuchinos, barrio de Málaga, donde las balas zumbaban rozando cabezas, como avispas rabiosas con ganas de picar.

¿Solución?

Yo lo veo así de sencillo.

Eloy R. Mirayo.



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