martes, 29 de octubre de 2019

¡CUÁNTO CUESTA ENCONTRAR UN POLÍTICO DECENTE!

Indiscretamente escuché en una conversación de dos personas desconocidas para mi, que un amigo de uno de ellos presumía de tener ante la puerta de su casa un cochazo de tres pares de co...jinetes; un Mercedes parecido al que usaba el Generalísimo Franco -más o menos así-, 

a pesar de que el vehículo no era "operativo" (esta palabreja se está utilizando mucho últimamente) porque carecía de fuerza motriz; que no tenía motor y, aún así, sigue pagando todos los impuestos, municipales y gubernamentales.

¡Coño! -dijo el que estaba recibiendo el comentario- eso es lo que les ocurre a algunos países miembros de la Comunidad Económica Europea, corren con el suntuoso gasto de mantener unos lujosos Jefes del Estado, nada operativos, con el único propósito de sentirse más importantes que los que no los tienen.

A mí, como persona de recortado cerebro que soy, me llama mucho la atención lo cursis y melosos que se les ve, en esos presuntuosos países, a sus los políticos rojos y republicanos, cuando son recibidos en los palacios, por los jefes de Estado, que algunos reyes.

Como la conversación no daba para más; desintonicé la oreja, porque lo que seguían tratando era exactamente lo mismo que en cualquier reunión entre personas decentes, se comenta a viva VOX: la falta de talla intelectual, el desconocimiento de la moral y la indecencia que identifica a la gran mayoría de los políticos de este país.

Por cierto. Hablando de la significación de la palabra "país" ayer, mantuve una conversación con un señor que, según me dijo, vivió durante muchos años, hasta cuando no tuvo fuerzas para seguir aguantando imbéciles, muy cerca de los políticos de este sistema, tan cerca de ellos, que se dedicaba a escribirles a esos imbéciles, los discursos que después, como "el loro Paco", el señor o señora ministra, soltaba pretencioso, recogiendo los parabienes de los gilipollas que les hubieran escuchado y aplaudido por mandato.

Enseguida que empezamos a hablar comprendí que estaba escuchando a una persona, de las pocas, que merecía la pena escuchar con respeto, aunque la coincidencia no fuera absoluta pero yo le escucha a él, y él hacía lo propio cuando yo hablaba. Durante el tiempo que duró la conversación hubo dos puntos, uno simplemente anecdótico; el otro bastante más profundo que de manera educada, nos puso enfrente uno del otro.

Lo anecdótico fue cuando salió en defensa, si no total, si parcial, de la decencia de los políticos. Yo, por pinchar le reté: ¿podría darme el nombre de uno que usted considere decente?. Quedó en silencio buscando respuesta. Cuánto cuesta encontrar un político decente ¿verdad?. Su gesto fue afirmativo. Lo que no quiere decir que ambos desconfiásemos de la posibilidad de que exista unos pocos que, avergonzados entre la mayoría, lo sean.

El otro punto, este de desacuerdo fue cuando él quitó importancia lo que significa la palabra España, y  puso por encima o qué significa la palabra "país". En ese momento; por ese comentario, me ratifique en que las más grandes equivocaciones; los más graves errores siempre son cometidos por personas inteligentes.

Querer convencerme de que lo que representa la palabra país es, las montañas, los ríos, las personas...

España es, le repliqué con el debido respeto, si sus montañas, sus ríos, sus personas... 

Sus personas; claro que si. Las personas que necesitan educación; las personas que necesitan de la sanidad para mantener o recuperar la salud; las personas que necesitan viviendas dignas; las personas que necesitan trabajar para pagar sus necesidades; las personas que creen empresas como necesarias fuentes de riqueza; las personas que administren esas riquezas para que se pueda atender a personas a las que se debe atender en su pobreza. 

Eso lo da España, como suma total del esfuerzo común de todos los españoles. Lo que significa España es todo cuanto han ido aportado los españoles más significados junto a lo mucho que hemos soportado, también muy importante, los que formamos entre los desconocidos.

Eloy R. Mirayo.



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