lunes, 17 de junio de 2019

CAMBALACHES.

Yo esto ya lo había visto en mi niñez, cuando me llevaban  al "Rastro" de Madrid; en la cabecera se ponían los que negociaban con los cromos, generalmente de futbolistas de los equipos españoles. Los avispados "profesionales" vendían caros los cromos que tenían y apenas si daban unos céntimos por los del amateur que quería vender los "repes", que en no pocos casos tenían avisos maternales de que aquellos que no estuvieran pegados en los álbumes, irían al cubo de la basura.

Lo que ha estado pasando en España estos días me lo ha venido a recordar, a pesar de que cada dos por tres se está viviendo en directo. Los cambalaches; el yo te doy esto si tú me das aquello, a lo "calé", pero escondiéndose ambos en su intento de encalomarle uno al otro la

"remanguillé", haciendo de la composición de las autonomías y ayuntamientos un desvergonzado revival, del intranscendente "teje maneje" con colecciones de cromos que, repito, veía en el Rastro. 

Así viene, y así tenemos que tomarlo, ya con el ánimo encallecido por anteriores episodios y por los que traerá el futuro -¡qué le vamos a hacer!- los ciudadanos sin graduación. Preparemos los bolsillos bien abiertos -esas juergas no nos van a salir gratis- para que las lanzas autonómicas y municipales, puedan pagarse con la largueza que se merecen sus tremendos sacrificios por la ciudadanía.

Lo que también nos da la razón, en cuanto a la indignidad de muchos y muchas que salen de la vagina de esta Democaca, limpiándonos de la acusación de ser exagerados, por las gentes que con maldad extrema, con insufrible machaconería, falta de criterio y conocimiento mínimo, normalmente somos tildados. Eso se puede pensar por la posición de Cs, si tenemos en cuenta las declaraciones de sus portavoces, melindrosos en cuanto a relacionarse directas y personales con VOX, pero sin hacer ascos a lo que la disponibilidad de VOX les proporciona. 

Hace falta ser vocacionalmente cabras, y hasta en aumentativo macho de ellas, para después de haber sufrido el cordón sanitario que a Cs en Cataluña les pusieron la declarada hijoputez separatistas, ahora ellos, los muchachitos y muchachitas de Cs, sean capaces de imponer a un partido absolutamente legal -tanto o más que Cs- el mismo hijoputesco cordón sanitario.

Cuando se vaya a meter la mano en la boca de un león, hay que tener la seguridad de que ese felino se ha quitado la dentadura postiza porque, aunque los dientes sean de porcelana montados en resina (que no es el caso de VOX), cuando hacen presión los de abajo con los de arriba... Joden mucho, mucho. Vamos, un "güevo".

El egoísmo es un mal compañero en el vital viaje. Según me contaba un egoísta de tomo y lomo del que solo fui amigo suyo el tiempo que duró su presentación y su relato: "es muy duro ser egoísta porque jamás te quedas satisfecho con lo que tienes, aunque sea mucho. En cuanto me entero que hay algo que sea mejor de todo lo que poseo, sufro hasta conseguirlo, aunque sea pisoteando los cuerpos de las personas que deberían ser las más queridas por mi, mis padres y hermanos -no digamos de amigos y familiares lejanos-." Eso es lo que empieza a vislumbrarse con los "apaños" autonómicos y municipales: por un lado, no queriendo compartir espacio con aquellos que han ayudado a conseguir la posición lograda, aunque haya sido pactada con anterioridad. En Madrid, para no tener que usar transporte, la señora vice, no sé que, se niega a compartir con VOX su cuota de poder, sino que tampoco quiere que lo comparta el PP, más consecuente con lo que los madrileños hemos querido. Quizás es que la cabecita de la señora vice, no sé que, todavía está más cerca de Barcelona donde ha pasado toda su joven edad, que en Madrid, que como todos sabemos es la Capital de España. 

A esta joven política, la señora Villacis, que presume de jurista, alguien debería de advertirle que no haga caso a lo que diga Macrom -que se cuide de lo que necesita Francia- , de que haga caso a quienes le digan que en esta vida es conveniente temer a un "hombre desesperado y a una vaca recién parida".

Eloy R. Mirayo.



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