A falta de inteligencia y sensatez, ¡la gilipollez al poder!. Debería ser el grito de los líderes de Cs y PP, coreado a todo pulmón por el orfeón que podría formarse con la totalidad de sus parroquianos.
Es cierto e indiscutible que todo se va devaluando (todo, menos los ingresos de los políticos y especuladores, que esos cada día son más magros); miro
en mi rededor y no veo, huelo, como, bebo y uso, nada que en estos últimos cuarenta y tres repulsivos años no se haya devaluado. Y no iba a ser precisamente la clase política lo único bueno no nos hubiera traído la Democaca. Pero es que hasta eso, hay que joderse; con lo difícil que lo pusieron los nacidos del primer parto que alumbró la Democaca (a esos no les abortaron, para nuestra desgracia) cada camada es de peor calidad. "Son como la calidad de mis calzoncillos -me contaba mi vecino del piso sexto C- cuando los confeccionaban de algodón, daba gusto introducir en ellos el "paquete completo"; notabas su tacto amable, suave y confortable, pero ahora, aunque diga la etiqueta que son de algodón ¡mentira jodida! los hacen de fibra del plástico reciclado del que recogen flotando en cualquiera de los mares.
Lo cierto es que lo que ha conseguido, es que me tienen -a mí, y a cualquier persona normal- las pelotillas peladas y en carne viva. Lo que me resulta muy duro; así no las puedo exhibir anta ninguna de mis posibles conquistas".
Es cierto, a pesar de no estar hechos con plástico; aunque quizás estaríamos mejor, los españoles, si algunas parejas (femenina y masculina) hubieran usado un poquito de ellos en sus encuentros sexuales.
Cojo el periódico -con un papel asqueroso- y me entran ganas de gritar
pidiendo amparo a Dios, nuestro Señor y a toda su corte celestial, viendo las fotos de los principales líderes políticos
y, simplemente leyendo en la prensa lo que se recoge de ellos; de sus cambalaches, de sus mínimas diferencias entre sí; de lo que dicen ser capaces de hacer; de sus salidas de pata de banco, en algo tan serio como es la economía; de sus amenazantes proyectos; y de su falsa moral, entran ganas de pedir plaza en un Monasterio del Cister.
A quienes logran juntarse para conseguir un gobierno autonómico; hablan de intentar lo mismo para gobernar el país y, en vez y porque no se ha logrado el éxito, dejar de trabajar para -como alguno de ellos, o los dos, dijo "echar a Sánchez"- para en el futuro poder llegar a lograrlo, se lían como lo hacen los protagonistas del cuadro "Lucha a garrotazos"
de Francisco de Goya y Lucientes, a lanzarse insultos de patio de colegio y acusaciones del mismo rango, tratando de ocultar ante sus fieles, su fracaso personal, haciéndole con ello más productiva la campaña a quien querían echar de la Moncloa, y al resto del chungo rojerío.
¿De que se les debería tildar?, me pregunta "Pichi" (Francisco para los amigos). En Madrid -soy madrileño- yo diría que de gilipollas.
("hipocresía; plagio; transfuguismo; chaqueteos; malos modos; y ciudadanitis". Son algunas de las lindezas que se dicen el uno al otro)
Alguien a esas dos criaturitas que lideran el Partido Popular y el partido Ciudadanos, les debería avisar de que ya se acabó el recreo en el patio del colegio. Y también alguien con la suficiente superioridad les debería explicar que los nenes, aunque tengan desarrollados sus cuerpos dando una cierta talla, no deben jugar a hacer las cosas importantes que deben hacer, porque saben, los mayores.
¿Aún hay dudas de si votar o no a VOX? Es, aunque no nos guste el sistema, la única manera de empezar, como don Pelayo, la reconquista (¿me he pasado?, pues vale; para la próxima ocasión bajaré el tono) de España.
Eloy R. Mirayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario