La pregunta es ¿a que y de quienes son representantes y representan quienes después de celebrados los comicios, salen elegidos para cualquiera de las propuestas políticas que se hacen, para las instituciones de gobierno nacionales y para el consejo de Europa?.
Algunos necios -como yo mismo sin ir más lejos-,
creemos que los elegidos de aquí, asumen ante la totalidad de la sociedad española la representación como funcionarios del Estado Español, de quien cobran en metálico, al tiempo que por haber sido elegidos por sufragio popular -mas o menos dirigido-, son representantes de toda la sociedad ante el Estado y su Gobierno.
Eso no parece ser así, según la decisión del Tribunal Supremo,
que en el caso concreto de los presuntos delincuentes en rebeldía que intentaron presuntamente robar un trozo de suelo español, tratando de proclamar una Republica choricera -Puigdemont, y su particular corte-,
y están ante la Justicia Española acusados de varios delitos, pareciera que se les deba permitir en el nombre de la Justicia (insultada apellidándola de democrática) es utilizar la veta que corresponde a España, hacia el Consejo de Europa, para desde allí, generosamente pagado, seguir con ese amplificador -siempre encontrarán gilipollas que les hagan oídos- su criminal empeño contra la unidad de España, y contra los sentimientos e intereses lícitos de los inteligentes catalanes que además de estar orgullosos de serlo, también están orgullosos de ser españoles.
Seguramente habrá quienes piensen que la decisión del Tribunal Supremo, cediendo la última palabra -con consejo incluido- a un tribunal de menor rango, obedece a una decisión desacertada.
Quienes así piensen, están muy equivocados. La decisión del alto tribunal, los magistrados que lo componen, lo único que hacen -y es muy bueno- es estudiar las leyes que las mentes legislativas, después, quizás, de una noche de "farra y alegría", han sido capaces de haber creado -parece mentira que estén capacitados para pensar-, y obrar en consecuencia.
Si legislativamente se despenaliza el aborto y la eutanasia, los jueces no pueden más que, como ya he dicho ahí, unos renglones por encima, obrar en consecuencia con las leyes.
No se puede culpar a los jueces de lo que una panda de imbéciles desgalichados cerebrales, en compañía de unos cuantos golfos desvergonzados, y de esos magos que actúan entre bambalinas, todos ellos más interesados en sus propios intereses que en la Justicia, han ido dando puñaladas traperas a la señora del pañuelo sobre los ojos.
Ya que la espada no la utiliza, como el "Guerrero del Antifaz" contra la gentuza que la mancilla, al menos le deberían haber dado un bastón y un "perro guía" para que pudiera orientarse entre tanta porquería.
Lo cierto es que somos un país estrella; seguro que en el resto del continente están deslumbrados por la capacidad que tienen nuestros "machos cabeceras", de hacer y decir gilipolleces, con el aplomo y seriedad de quienes fueron capaces de descubrir la pólvora y la Penicilina; o la cama con somier de base tapizada con colchón Pikolin y las ricas pastillas de goma.
Eloy R. Mirayo.
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