jueves, 19 de julio de 2018

JUGAR POR NECESIDAD ES PERDER POR OBLIGACIÓN.

Era lo que cualquier persona coherente sabía que iba a ocurrir, con la llegada de las empresas de apuestas.

¿Se esperaba algo mejor? Claro que no. Las apuestas es la "industria" más productiva de cuantas funcionan en este país. Las empresas de apuestas son las esponjas que, poco a poco, van succionando los dineros aquí, y se va llevando los euros a sus países, pues la mayoría son de origen foráneo. 

Eso es lo que más define de manera absoluta a esta Democaca: su capacidad para, enrocándose en la concesión de "las libertades", conceder apertura a la posibilidad del fraude, igualándonos de esa triste manera, con lo que ya estaba ocurriendo desde hace una pila de años, en todos los países donde de antiguo vienen funcionando las apuestas. 

En las portadas de la prensa escrita aquí, en España, se denuncia a clubes de la Segunda B y Tercera División del fútbol español, de compra venta de partidos. 

Pero no es en las apuestas del fútbol de manera única, donde funcionan las mafias. Todas las personas con capacidad de análisis saben que la denuncia viene disminuida pues, abierta las apuestas hasta por quién es capaz de escupir más lejos (así somos de exagerados los españoles) la trampa podría tener caracteres desproporcionadamente extensos (quizás, hasta pudiera afectar al resultado de las elecciones en el PP, para elegir al presidente, si es que alguna empresa de apuestas lo tiene en cuenta en los paneles).

Las películas, especialmente las norteamericanas, 

nos han mostrado de mil y una maneras, como ese negocio -el orgullo junto al otro orgullo, de nuestra Democaca y de nuestros democáquitos; alguno seguro que se está poniendo "tibio a mordiscos"- está en manos de las mafias, bajo el amparo interesado de políticos corruptos. No estoy diciendo -me falta conocimiento y pruebas- que las empresas que funcionan en España sean propiedad de mafias, pero tampoco tengo conocimiento ni pruebas que avalen lo contrario.

Pero de lo que si van apareciendo pruebas, es de que hay personas que son compradas para desviar el resultado de las apuestas. ¿Quiénes son los compradores? Esas gentes en las películas holibudenses (este, como Al Capone, lo fueron sanguinariamente en la vida real)  suelen ser los capos de las mismas organizaciones mafiosas que controlan las apuestas.

Las apuestas están ahí, y parece como que la opinión publicada se escandalizara de lo que son las miserias con las que llegaron juntas a España, que son las mismas miserias que estaban funcionando en el resto del planeta; las que en este país estuvieron prohibidas durante cuarenta años. 

Las únicas apuesta que se permitían en ese tiempo fueron, y siguen siendo, las Quinielas; lugar blindado al fraude, donde no había espacio para la actuación mafiosa. 

Los medios de comunicación ahora, después de su lucha por la permisividad del Juego; ante lo escandaloso que nos ha venido con las apuestas, decida mostrarse sorprendido. Es como si una puta se escandalizara viendo a su cliente totalmente desnudo. No es normal.

La pregunta que se me ocurre es ¿a cuánto asciende lo recaudad por Hacienda, para que no haya un seguimiento exhaustivo alrededor de esa lamentable "industria"? Porque para esta Democaca y a sus democáquitos, por encima de la decencia, del decoro, de la legalidad y hasta de los derechos naturales; lo que en verdad le importa es, el clin, clin de los euros entrando en caja, y el silencio de cuando se los llevan.

Y nadie quiere hablar de la adición perniciosa a las apuestas que sufren muchas personas, la mayoría jóvenes, de bajos ingresos, con la vana intención de hacerles crecer de esa manera. 

"Jugar por necesidad es perder por obligación".

Eloy R. Mirayo.

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