jueves, 10 de mayo de 2018

EL PISOTÓN.

Entristecido he dejado Andalucía, y solo pensar que voy a entrar en Extremadura ya me vuelven la alegría y la ilusión. 

De Jaén a Badajoz; claro que merece dar un salto tan grande, teniendo en cuenta que hasta ahora solo tenía que pasar de un lado al otro de una línea para ir de una a otra de nuestras ciudades. Mirad esta bonita plaza que encabeza la foto; miradla con mucho detenimiento cuando físicamente estéis allí, igual que a todo cuanto está bella ciudad generosamente es capaz de ofrecer al visitante respetuoso.

Quizás algún despistado -que de todo hay en el Mundo- cuando llega a Badajoz suelta un ¡Joder que ciudad tan bonita! Como si Extremadura, España, fuera un páramo dejado de la mano de Dios, al Oeste de la península, cercana con Portugal.

Toda España, hasta el chinarro más pequeño, además de ser importante, rezuma esencia de la magnífica Historia Nacional. En Badajoz nacieron personajes tan notorios como Don Pedro de Alvarado, tomó parte en la conquista de Cuba, México, Guatemala, El Salvador y Honduras; don Gonzalo de Badajoz, conquistador de Panamá, y don Manuel Godoy "Príncipe de La Paz", y valido de Carlos IV.

Pero lo que hay que ver, además de la catedral, 

son sus museos: arqueológico; Bellas Artes Extremeño. También llama la atención del visitante la Giralda de Badajoz y la Alcazaba, y el parque Castelar, que es un encantador lugar para descansar después de un largo paseo y... Pienso que el visitante debe dejar que la ciudad, que es muy amable, según vaya caminando, le muestre lo mucho que le puede enseñar.

Y como el estomago tiene venia de protesta, siempre encontraremos en Badajoz mucho con que acallarlo.  Este plato sería un buen comienzo ¿no os parece?

Y seguiríamos con una buena Caldereta Extremeña, y terminaríamos con un buen puñado de cerezas del Valle del Jerte, al ser posible, de Tornavacas, lugar en el que veraneé durante más de veinte años.

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Yo tenía hace tiempo amistad con una persona extraordinaria en todo cuanto se puede esperar de un ser humano. Doctor en varias disciplinas universitarias; católico ejemplar, dedicando muchos millones de euros en hacer más felices a personas caídas en desgracia; unas rescatándolas de la pobreza, facilitándoles ocupación profesional, y otras muchas, personas mayores y disminuidos físicos y psíquicos, dotándoles con fondos suficientes para vivir sin necesidades. Sus empresas, comerciales e industriales, funcionaban maravillosamente, a pesar de los sindicalistas, pues su funcionamiento directivo era como si la propiedad del centro fuera compartida con la estricta justicia, que en todo el mundo aparece como inalcanzable utopía, en sus beneficios por todos los trabajadores. 

Era benefactor de las más importantes ONGs del país, y hasta de algunas extranjeras. De trato educado con todos cuantos trataba, ya fueran de trato puntual, de trato frecuente o permanente; jamás llamó servicio a quienes trabajaban en su casa las labores domésticas, dispensándoles un trato cercano a lo familiar, sin ningún tipo de afectación, como jamás fue capaz de tratarles, como hacen tantos y tantas, desde esa especie de altura insistente, pero muy notoria, que separan con menosprecio a una personas de otras. 

¿Qué podría yo decir de alguien absolutamente perfecto? Si era capaz de escucharme con atención ¡a mi!, y hasta de alabar mi discurso, agradeciéndome el haberle enterado de algo que él desconocía. "Gracias amigo Eloy; cuanto se lo agradezco". 

Pero, lo que son las cosas, un día -él tenía los pies muy delicados- un imbécil con tal propósito, le buscó el pie derecho, el más delicado, y con un pie del número cuarenta y cinco metido en una botaza horriblemente claveteada, le propinó un pisotón con redoble, para satisfacer su deseo de hacerse en su maldad. Ese día fue el fin de su bien ganada buena imagen, pues mi especial amigo propinó un leve empujón al mala bestia, y le dijo "¡tonto!".

Al día siguiente en todos los medios sociales de información salió retratado el incidente, como la malvada agresión de mi amigo, a un pobre proletario afín a un partido de izquierdas.

Salvando la mucha distancia, eso es lo que le ha pasado a muchos políticos que, haciendo aceptablemente su labor en beneficio de todos, han tenido que ocultarse por una nimiedad cometida, por culpa de la orquestación montada por los medios.

Eloy R. Mirayo.

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