jueves, 5 de abril de 2018

SE QUEDAN CON EL "INTERÉS"

Mi siguiente parada, entrando en Aragón, es Zaragoza.

En "El Tubo" de esta ciudad, que es una de las rutas de tapas más fabulosa de cuantas hay en España, me han servido el vaso de vino más grande de cuantos he tenido en la mano con vino, y he bebido; muy rico, sí señor.

La última vez que estuve Zaragoza me hospedé en la calle "Tenor Miguel Fleta". Esta ciudad es un verdadero encanto, aunque me llevé una pequeña desilusión, viendo los raros cachivaches que han colocado las autoridades municipales en la plaza de las Catedrales. Ya se las podrían haber puesto ellos entre sus muslos o en el dormitorio de sus casas. Lo siento; tenía que decirlo.

La visita a La Seo y a su vecina, la Basílica del Pilar, aunque no se sea creyente, hay que hacerlas, si o si, pero con el mayor de los respetos. Y después ¡pues no hay nada que ver!

Como en el resto de España, en Zaragoza dejaron huella de su paso, romanos, árabes  y  judíos (¡cómo para ser racistas!); una de las cosas importantes que, por poner un ejemplo dejaron los árabes es esta maravilla;

aún, después de tantos años y tantas guerras, se puede disfrutar contemplando los arcos de herradura, la Torre del Trovador, la delicada zona ajardinada que suele caracterizar la presencia musulmana.

Yo, si me lo permitís, recomiendo que, para relajarse después de la visita diaria a pie, no hay nada mejor que darse un "barqueo" por las tranquilas aguas del Ebro. También resulta agradable visitar el Acuario y el Jardín Botánico.

Y, si hemos empezado por El Tubo,

terminaremos por El Tubo, recomendando el "Balcón del Tubo", la taberna Doña Tomasa, El Refugio del Tubo, y El Hormiguero azul. Pero hay muchos más.

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Son las grandes diferencias que, para la gente obtusa, pasan desapercibidas. 

Hubo un tiempo, aquí, en España, que los españoles nos enterábamos de que Franco había puesto la primera piedra para la construcción de un embalse; otro día se inauguraban los estudios de Televisión Española; Franco en la puesta en marcha de la SEAT, en Barcelona; Franco en la entrega de viviendas a los trabajadores de Pegaso; Franco en las inauguraciones de grandes hospitales por toda España;

ministros que ponían en marcha los Paradores Nacionales... Los españoles raramente nos sobresaltábamos y, cuando eso ocurría era porque hubiera ocurrido ¡un crimen! Y algo más cercano, por los asesinos de ETA GRAPO, y algún otro grupo de hijos de la gran puta.

La gran diferencia es que ahora, los presidentes autonómicos y alcaldes de capitales y grandes o pequeños pueblos, se embarcan en grandes obras, que raramente acaban, pero que nos cuesta a los españoles un "Guevo de la cara", que son los más costosos. Inauguraciones ¿eso qué es? Entregas de viviendas sociales ¿cuándo y cómo? Ayuda a la creación de grandes empresas industriales ¿qué dices? hace mucho aire y no se oye un pijo.

Sobresalto es la normalidad vital de los españoles; 

abres la tele o la radio o pillas un periódico y la maquinaria del sobresalto se pone en marcha; "Dios mío" (Alá mío; Buda mío, o Brahma, Vishnu, Shiva míos) ¡no es posible!. Si, claro que es posible, pues no pasa un solo día en el que el sobresalto general no se excite por la noticia de un nuevo delito cometido por un político, encabezando el noticiero nacional. La panoplia de acciones escandalosas posibles se queda obsoleta a cada segundo, por la capacidad creadora de los políticos en ejercicio.

Cualquier persona que quisiera interesarse en contrastar, llegaría a la conclusión de que, "entonces", había capacidad e interés en crear bienestar económico para todos, mientras que en este momento, faltos de capacidad, se quedan con el "interés".

Eloy R. Mirayo.

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