sábado, 23 de diciembre de 2017

HISTÓRICO TRIUNFO.

El histórico triunfo del Partido Popular en las elecciones autonómicas de ayer en Cataluña. "De triunfo en triunfo, hasta la derrota total". Así va un partido en el que muchísimos "franquistas", dejándose engañar por ciertos apellidos que sonaban en la directiva, asumieron, una vez muerto el generalísimo, como su altar de la nueva política. Craso error. 

El Partido Popular -antes Alianza Popular- es, desde esos primeros tiempos democáquitos, el indiscutible heredero directo de la cobarde Derecha española; esa que siempre se bate en retirada y, si por presión externa ha de "responder", lo hace a destiempo, como ocurrió con la aplicación de artículo 155 de la Constitución, al gobierno de la Generalidad de Cataluña, temeroso y mirando a todos los lados intentando escurrir el bulto al más suave de los ruidos.

La confirmación de la posible desaparición del PP en Cataluña y en las Vascongadas es el aviso a gritos, que ningún "popular" quiere escuchar,  de la imparable necrosis que padece el Partido Popular en todo el territorio nacional.

El montaje de la calle Génova se bambolea y agrieta 

porque sus principios, faltos de cimientos ideológicos, lejos de atraer, aleja a muchos millones de españoles que prefieren la orfandad política, a convivir diariamente con el desinterés, la decadencia y la abulia ideológica.

Mide dos metros -el señor Javier García Albiol- de estatura y, como a Juana de Arco, se le ha entregado sin material ignífugo que le cubriese el corpachón al verdugo para, sin posible beneficio, ser quemado en la hoguera que jamás debió permitir encender 

¿Cuántos mártires han sido incinerados hasta el día de hoy?: Alejo Vidal Cuadras, Alicia Sánchez-Camacho, Carlos Iturgaiz Angulo, María San Gil Noain.

Todos los viejos partidos de izquierda -socialistas y comunistas, escurriduras incluidas-, tiene sus principios, y en ellos viven desde hace casi dos centurias enredados en ellos y, aunque apolillados, aún le siguen -mientras existan idiotas- sacando provecho. 

Y, claro está; de pronto aparece un partido que es capaz de enseñarnos la zanja -C,s- donde quiere que vayan los cimientos en los que se asienten sus principios ideológicos, aún sin definir en su totalidad. 

Lejos estoy de decir que esos principios, los que hasta ahora conozco, sean los que considero como los mejores  para España, pero al menos existen unos cimientos en los que a quienes les gusten y confíen, se sentirán a gusto. 

¿Qué ocurre? Pues que la casita de paja del cerdito, se la está llevando al huerto el soplido del lobezno, aún sin haber llegado a edad adulta. 

La desaparición del PP, no es cosa que me preocupe demasiado pues, salvando la infinita distancia mi reino no es de este Mundo.

Eloy R. Mirayo.

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