jueves, 28 de diciembre de 2017

EXAGERACIONES.

Joseph McCarthy, fue el senador de los Estados Unidos de Norteamérica al que en 1953 y 1954, se le ocurrió investigar, tratando de descubrir comunistas, a personas de cierta relevancia en el país, lo que se hizo popular con el nombre de "Caza de brujas". Quizás fuera una exageración de un ultra, o tal vez no lo fuera tanto la exageración; ni tan ultra, el senador McCarthy (1), teniendo en cuenta que fue durante la "Guerra Fría", y también habría que tener presente la idiosincrasia de algunas de las personas que fueron llamadas a declarar.

Las exageraciones terminan por hacer malo aquello que nació puro y limpio. Aquella búsqueda de anti patriotas comunistas, después de 63 años, aún la gente "dudosa" -también los de aquí- la sigue utilizando, como las mamás antiguas utilizaban al "Coco", para atemorizar al nene o la nena.

Yo huyo de las exageraciones; no me gustan ni siquiera las que quieren expresarme un cariño extraordinario o una gran admiración. No me gustan; algunas, porque sé quién y qué soy, hasta me parecieron pura lisonja.

Ya aquí, en España, desde hace bastante tiempo, ha renacido el síndrome "mccarthyano", y cada día se va haciendo más notorio; más exagerado; y más peligroso para la convivencia.

Es cierto que siempre hay un tallo tierno; un germen que va creciendo y llega el punto final de su desarrollo. Eso es lo natural; pero, si la cosa sigue creciendo imparable, se puede pasar de algo perfecto, a convertirse en exageración insoportable.

Ese proceso "maccarthyano" tan exagerado, se ha abierto de manera indiscriminada contra los hombres de este país, avalado por las instituciones gubernamentales y por la Justicia, que se ha vuelto injusta utilizando la "discriminación positiva", para favorecer a la mujer en perjuicio del marido, siempre y en cualquier supuesto que atañe a la pareja.

Nadie en perfectas condiciones psíquicas, puede desinteresarse por lo que de un tiempo a esta parte viene sucediendo en España, teniendo a las mujeres como víctimas. Ningún hombre de bien, téngase por seguro, ve y practica como algo normal, el ejercicio del maltrato físico o psicológico contra la mujer. 

De inmediato se deberían tomar medidas policiales y judiciales más duras contra aquellos que no respetan adecuadamente a la mujer con quien convive, y emplean la violencia física o verbal, como manera de dialogar. Pero también es necesario investigar sobre por qué se han cosechado tan inhumanas consecuencias.

Es el Gobierno quien debe arbitrar la medidas, utilizando los ministerios de Justicia, de Interior y de Educación, como fuerza de choque, y no permitir que organizaciones particulares, con intereses muy particulares, encubiertos bajo la capa de la lucha por los derechos de la mujer, usen la maldad de unos pocos, para criminalizar al resto de los hombres de este país. El gobierno debe obligar a enterrar el acusador eslogan, "contra la violencia machista", que insulta a la totalidad de los hombres.

La participación beligerante del feminismo militante está consiguiendo, con la ayuda de cierta prensa y de ciertos partidos políticos, que se llegue a señalar en el Real Diccionario de la Lengua Española a la pareja humana, como presunto maltratador y hembra o, mujer y presunto maltratador: "señora -dice la comadrona en el paritario- ha dado a luz un precioso presunto maltratador de 4,5 kilos de peso". 

Eloy R. Mirayo.
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(1) McCarthy murió alcoholizado y paranoico.


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