jueves, 1 de septiembre de 2016

SIN PESTAÑEAR ANTE LA PANTALLA.

Hoy 1 de septiembre dejo para volver a Madrid las, como podéis comprobar, paradisíacas playas de arenas finas y suaves como la seda oriental, y aguas templadas y de azulada transparencia de la extraordinariamente bella "costa de Navalcarnero".

Se acabó la vagancia, la francachela y el cachondeo al amparo de la cerveza y la mista.

Os cuento que tanto mi familia como yo, volvemos a nuestro lugar de origen, gracias a a Dios, en mejores condiciones físicas que cuando nos fuimos; y eso es lo que deseo que os haya ocurrido a todos cuantos de vosotros, incluyendo la familia, hayáis tenido la suerte de poder veranear, y regresar sin daño.

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Estos tres días pasados he asistido, sin pestañear ante la pantalla de mi tele, 

hasta los ahora inéditos acontecimientos políticos que como una "película de chinos" se están desarrollando en este país en el que, como todos sabéis, estoy exiliado.

Aunque resultó cómodo 

asistir desde los medios audiovisuales de comunicación al discurso de quien se postula a la investidura como Presidente de Gobierno, lo cierto es que, cuando mi cerebro, al tiempo que la "cosa iba creciendo" empezó a funcionar y a analizar lo que escuchaba, comenzó a mandarme unas coordenadas que no me resultaron nada tranquilizadoras porque, las consecuencias que se deriven, sea o no elegido, terminarán por pesar sobre las espaldas de quienes vivimos aquí, seamos naturales del país, o exiliados como yo, y algunos de vosotros. Me imagino.

Es cierto que soy una persona paciente (como aquí, mi primo). 

Eso fue lo que ayudó a que ayer resistiera sentado en el sofá, ante la pantalla de la televisión, sin tirarme por la ventana (vivo en un bajo), todo el discurso "funcional" -como para salir del paso- del señor Mariano Rajoy, a pesar de ser hora de siesta, y del fuerte calor reinante que hacía brotar por cada poro de mi cuerpo verdaderos 
chorros de sudor.

Si yo hubiera sido persona a quien pidieran opinión por interés público, habría dicho que el discurso, desde la mayúscula del principio hasta la minúscula del final, todo el, simplemente fue la envoltura que engañosamente tapa de todo cuanto se iba a decir en la sesión del día siguiente.

Claro que cuando escuché la opinión de los segundones

de los partidos de la oposición: "Rajoy no nos ha dado ninguna razón a los socialistas para depositar nuestra confianza en su proyecto continuista y agotado (Antonio Hernando)". "Escucho un discurso plano, antiguo, sin pasión alguna y básicamente electoralista (Miguel Gutiérrez C´s)". "Rajoy sabe que no va a ser elegido, por eso dice: o yo o nadie. No tenía intención de convencer a nadie, sino que España se resignara; por eso fue mediocre y soporífero (Iñigo Errejón)", he llegado a pensar que, como me suele pasar con mucha frecuencia, mi opinión hubiera sido desacertada.

Después de la hora y veinte minutos de Rajoy, he tenido el cuajo de escuchar las razones -muchas gilipolleces y más de una hijoputada- esgrimidas por todos los intervinientes en el debate de la mañana y de la tarde, con las consiguientes contestaciones por parte del "pretendiente", que les ha llevado a negar su apoyo a la investidura pretendida por el actual presidente del gobierno en funciones (hace ocho meses y dos elecciones) de este país.

Presenciando el enfrentamiento dialéctico (simplemente como espectador sin interés especial por nadie), entre varias personas, si estás medianamente pendiente del desarrollo del debate, siempre te inclinas, repito, aunque la cosa no te interese, por la persona que te parece más preparada; por aquella que al oír el sonido de su voz formando armónico conjunto con las palabras que dice, demuestra una inteligencia y un dominio del idioma superior a los demás. Y más si es un "uno contra todos".

La conclusión a la que cualquier persona desapasionada, después de asistir a la doble sesión circense, ha podido llegar es que, intelectualmente, entre el señor Mariano Rajoy y el resto de actores y actrices existe un lago de conocimiento tan amplio, que nunca podrían cruzar, si es que alguien no les pone una canoa. Y no es que el señor Rajoy sea la "leche en verso", sino que los demás... 

Hay papel higiénico que una vez usados contienen mayores depósitos de inteligencia.

Eloy R. Mirayo.

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