lunes, 27 de junio de 2016

A CUATRO PATAS.

Esta vez ocurre que menos uno, todos los demás partidos políticos han terminado a cuatro patas, culo en pompa, calzón caído y mirando a Oriente, con la posterior necesidad imperiosa de aplicarse crema refrescante en el ano, marrano, que les alivie el escozor porque es por ahí, angosto orificio, por donde les han dado los de las "gaviotas salseras". 

Ya tienen todos ellos motivo más que suficiente para asistir felices y contentos, con toda naturalidad, al festejo hortera del día del Orgullo Gay.

La búsqueda de  excusas y paliativos a la derrota por parte de los perdedores, lo único que logra ante la opinión pública es mostrar la mayor de sus cualidades que no es otra que el lado cómico de su personalidad.

Es para reír hasta el desternille escuchar las denuncias de los comunistas, con piel de Podemos, acusando al PSOE del señorito Pepis

(el bello Sánchez) de haber ayudado a que el PP remontara hasta los 137 escaños alcanzados; mientras el señorito Pepis (el bello Sánchez y sus liliputienses) acusan del mismo delito a los comunistas con piel de Podemos y

a sus próximos, con apariencia, más de extras de película de zombis, que de personas con capacidad de ejercer cualquier papel de responsabilidad en la gobernación de este país, en el que sigo estando exiliado.

Pero no es cierto que el fracaso del viejo comunismo se deba a un plan concebido del líder socialista y su "peques"; en la actual cúpula socialista no hay materia gris suficiente como para premeditar algo así. El fracaso es de unos memos -por mostrarme cariñoso con el desgraciado-, fatuos engreídos que se creyeron lo que desde algunos periódicos, unos cuantos cabrones sin escrúpulos y sin decencia, les iban soplando al oído, sobre la fortaleza del Sorpasso, junto a IU, que, como al viejo la viagra, les haría "empinarse" por encima del PSOE, rozando el estáis junto al PP.

El aprendiz de Caudillo Rojo (como el ratón Mikey cómo aprendiz de brujo, con la escoba, en la película Fantasía), se equivocó de montura

subiéndose para tan importante hazaña (la presidencia del Gobierno) en los lomos de un burro de escasa alzada que piafaba encerrado en la oscura cuadra del obsoleto revoltijo rojo. 
Ricardo III , que según se dice también fue un cabronazo, para su lucha a espadazos, pedía -¿qué menos?- un caballo; el no se conformaba, aún a riesgo de perder la vida, con un simple burro renco y lleno de mataduras.

Y, después del fiasco, llegan los consejos de quienes se creen, por su inteligencia y capacidad de análisis, con el derecho de hacerlo; pero que no fueron capaces, o no encontraron el momento, de avisar a tiempo: "A ambas formaciones les corresponde hacer un ejercicio de reflexión sobre los límites que han encontrado sus hipótesis".

El ejercicio de encontrar esos límites, no hace falta haber estudiado en la Sorbona

ni utilizar la lámpara de Diógenes para alumbrarse para encontrarlo; son ellos y la añeja ideología que quieren hacer pasar como "género" novedoso. La existencia del comunismo, después de lo que el Comunismo ha "repartido" por todo el Mundo, solo se comprende como algo residual a lo que se agarran las personas que se ven injustamente desplazadas de la sociedad; los incapaces de enfrentarse a las dificultades de la vida; y los golfos que como garrapatas se montan a lomos de los desplazados y los incapaces para vivir del cuento.

"No hubo sorpasso. Quizás el error fue diseñar toda la estrategia de campaña en función de algo que sólo existía en las encuestas". La trampa de la encuesta consiste en tomar posiciones en función de ellas". 

"El verdadero liderazgo implica atraer a la gente hacia el espacio político que tú creas, no en determinar tu estrategia en conformidad con la posición demoscópica que te están dando".

Estos entresacados son de un artículo que a Mariam Martínez-Bascuñan le han insertado en el diario El País. Muy cariñosa con las gentes del comunismo nacional. Es cierto, como ella dice, que no hubo Sorpasso, pero tampoco hubo error en el planteamiento; lo que hubo, desde hace dos años -ahora se ha hecho visible-, es la falta de capacidad intelectual que se requiere para entender, porque ellos son incapaces de crear, que, "El verdadero liderazgo implica atraer a la gente hacia el espacio político que tú creas".

El último que fue capaz de hacer algo así de difícil, murió el día 20 de noviembre de 1975.

Eloy R. Mirayo.

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