jueves, 10 de septiembre de 2015

"BURRICCIONARIO."

Al idioma lo van cambiando, y como esta pasando con todo, para mal. A los viejecitos, desde los  sillones de la Real Academia, parece no importarles la degradación de aquello de lo que deberían ser sus más estrictos veladores: el idioma. Especialmente en su uso oral, ya que del escrito se ocupan y preocupan las personas que se mueve en el mundo de lo intelectual.

El uso oral en España de nuestra lengua, daría para hacer un burriccionario de varios volúmenes gordos, gordos como los tomos del diccionario Espasa.

Reconozco que un servidor no es la persona mas cualificada para embarcarse con tan frágil falua en la que bogo, en tan procelosas aguas, y sin salvavidas. Pero eso, es lo que debería hacer pensar a los viejecito y viejecitas de la Real Academia; que personas como yo, que apenas sabemos decir y entender el significado de unas decenas de palabras, hayamos llegado, por saturación, a darnos cuenta del "diccionaricidio" que diariamente se está cometiendo por una enorme y vergonzosa cantidad de nacionales, con el visto bueno académico.

La situación es grave pues, ya no es que se diga "almondiga" por albóndiga; "crocreta" por crocreta; o "prespectiva"  por perspectiva. Lo verdaderamente letal es que de manera bastante generalizada se usan palabras que no expresan lo que el parlante pretende decir. Así ocurre que llegan a formarse oraciones comprensibles, aceptadas por la Real Academia: "no se servirá la comida hasta que no venga Alfonso".

El barbarismo debería haber sido descalificado para aquellos que le dieron el certificado de normalidad de uso. 

Según los viejecitos y viejecitas de la igualmente vetusta Academia, aquellos comensales no podrán chupar cuchara, 


mientras que el encargado de servir la comida no tenga conocimiento de que Alfonso, ha cesado en su empeño de llega a ese comedor ("hasta que no venga"). Juro ante los Evangelios que ese, "hasta que no venga", esta bendecido por los académicos, hasta el punto de desplazar a la oración correcta.

A esas venerables criaturitas de Dios, nuestro Señor, no les debió de parecer suficiente el "mientras no venga, o no llegue Alfonso". ¡Ah! "Es que mucha gente lo dice así". Es excusa al uso. Normal, enseñar al que no sabe es ardua tarea que por los resultados alcanzados no les importa al ministerio, ni a los docentes. La gente cuanto más inculta, menos exigente. No les merece la pena ni siquiera porque sea una de la bienaventuranzas.

Hace unos pocos días, en una emisora de radio, un individuo, que oyéndole parecía culto, preocupado por el porvenir de los refugiados sirios, por desconocimiento del valor de las palabras, dijo que "nadie esta a salvo de recibirlos". "A salvo" uno solamente esta o se pone ante un peligro; y, estoy seguro que no era ese el significado que el atribuía al vocablo.

No era así durante  "la innombrable," que un título de Bachiller era importante y una carrera universitaria ¡la ortiga!.

Por Eloy R. Mirayo


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