jueves, 24 de abril de 2014

LIBROS Y PISTOLAS.

Nadie en su sano juicio puede poner en duda que leer es algo de gran utilidad para el lector, que amplia sus conocimientos, si es que sabe seleccionar bien lo que va a leer; para el editor que está para vender libros; y para el autor, que come de ello.

Como he dejado dicho -no sé si bien o mal- sería bueno que los españoles leyéramos más libros porque, definitivamente, se elevaría el nivel cultural de esta sociedad que, es indiscutible, gracias a los planes de estudios de los distintos gobiernos habidos de esta Democaca, anda arrastrando el culo por los suelos.

Hay que leer más pero, con lo que no trago es que se diga que tener un libro en la mano, impide a esa mano tener una pistola. Eso es un maximalismo gilipollesco, indefendible por multitud de ejemplos con los que sería facilón rebatirlo: un libro en la mano derecha, no impide que pueda haber una pistola en la izquierda (que es lo que suele ocurrir) que simultáneamente este creando una autentica masacre, ó viceversa. Se podría seguir poniendo ejemplos, pero sería un peñazo, lo mucho malo que se puede hacer con la mano que no porta un libro; el disparo de un proyectil tierra aire, se realiza con la yema del dedo índice de una mano, que se podría hacer con el dedo de la mano libre del "peso" de la cultura.

Es posible, eso habrá que pensar por Caridad Cristina, que el autor de la frase "un libro en la mano impide que haya una pistola", estaba usando una ingeniosa metáfora atacante en varios frentes. Por un lado "dispara" (es una metáfora) en apoyo a sus propios intereses como escritor; en segundo lugar, hacer patente, como un extraordinario valor personal, su militante pacifismo; y en tercer lugar, porque los prójimos le debemos parecer unos auténticos ignorantes (conmigo no falla)  y quiere hacernos ver que el libro en esa mano virtual, es simbólicamente, la real representación de la inteligencia, vencedora del animalismo reinante, que en eso tampoco falla. 

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Seguro que entre mis camaradas que desde Cataluña y el resto de España pinchan este blog, habrá algunos que sean seguidores del FC Barcelona (algo regular tenían que tener; nadie es perfecto). A ellos, me tomo la libertad de brindarles la victoria de Real Madrid, ayer, como venganza de los siete goles que la pasada temporada el Bayern les regaló, entre la ida y la vuelta.

Soy madridista desde mi más tierna infancia y, como de eso hace multitud de años, las victorias y las derrotas me tienen muy curtido "el cuero", por lo que el resultado de ayer, con el gol de Benzema, no me hace sentirme vencedor de la eliminatoria, que presumo se va a hacer muy larga y difícil; pero si alegra, como jilguerillo en primavera, a mi almita futbolera, el haberle pasado la mano por el morro al embustero Pep Guardiola o José Hucha, en español, que es la lengua oficial de España, sin restar un ápice de la importancia que sin duda tiene el Catalán, igualmente idioma del Estado Español.

El señor Guardiola juega a un fútbol embustero, basado en el adormecimiento del rival y en el soberano aburrimiento del verdadero aficionado a tan espectacular deporte.




Y en el hartazgo, parece ser, de los directivos del Bayern (Franz Beckenbauer), que empiezan a estar artos de ir al "Arena", un domingo si y al otro también, a pasarse noventa minutos bostezando.

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