lunes, 21 de enero de 2013

COMO EL QUE REPARTE CHOCOLATINAS.

Este gobierno de centro-derecha, reparte indultos como el que reparte chocolatinas, sin importarles lo más mínimo la gravedad del delito cometido y sin ningún respeto por la víctima o víctimas, en plural. No hace mucho tiempo hemos asistido, perplejos, al incomprensible indulto del asesino y secuestrador, Bolinaga; y hace unos pocos días, tan incomprensiblemente como en el caso del asesino etarra, el gobierno, porque sí, ha indultado a un homicida que, usando como arma letal un coche, conducido en contra dirección, segó la vida de un conductor que tuvo la desgracia de encontrárselo inesperadamente de frente. Al homicida en cuestión, la justicia, lenta como siempre, después de diez años de dilación, lo sentenció a 13 años de prisión. Y, como todos nosotros conocemos a través de los distintos medios de comunicación, a los diez meses de estar cumpliendo la condena, el día 7 del pasado mes de diciembre, el consejo de ministros decide, sorpresivamente, el indulto del reo. Lástima que tan plenipotenciarios y sesudos señores no puedan indultar de la muerte a la víctima.

De todas las explicaciones dadas por miembros del gobierno, incluyendo al Fiscal General del Estado, la que más me ha llamado la atención, ha sido la de la señora Sáenz de Santamaría, que aseguró entender y reconocer el dolor de la familia de la víctima. Eso es falso de toda falsedad o, lo que es lo mismo, la señora vicepresidenta miente con su boquita de piñón. Como parte del gobierno que actúa de manera tan irrespetuosa con el fallecido y con su dolida familia, su dolor importa a todos los miembros del gobierno, incluyendo a doña Soraya, un “higa” así de grande (separo los brazos cuanto me dan de largo). A través del ministerio de Justicia, se tramita el ruego de gracia y, atendiendo “las distintas circunstancias que llevan a modular la aplicación de la ley para que lo sea en un sentido de equidad”.

Equidad: disposición de ánimo que mueve a dar a cada uno lo que se merece. 5ª acepción en el Diccionario de la Lengua Española.

Pocas personas en el mundo creerán que el homicida indultado a los diez meses de haber ingresado en prisión, tenía méritos suficientes. Una de las condiciones que se consideran imprescindibles para poder alcanzar un beneficio de esa índole, es pedir perdón a los familiares de la víctima y él, hasta el día de hoy, según he oído decir a su hermana, no se ha dignado a ello. Este caso tiene un fuerte tufo a “alcaldada”. Primero, se tardan diez largos años en el dictamen de la sentencia. Lo que podría hacer pensar que se buscaba el olvido del caso. Y, cuando por fin se hace firme la sentencia, por arte de “Magia Potagia”, aparece el extraño y polémico indulto.

Para echar más leña al fuego capaz de hacer opaca a la injusticia, el abogado defensor del kamikaze, el letrado Esteban Astarloa, es hermano de Ignacio Astarloa, ex secretario de justicia con el PP, y trabaja en el mismo bufete que el hijo del ministro de Justicia, don Alberto Ruiz-Gallardón, don José Ruiz-Gallardón Utrera.

El asunto, al menos, es un claro bajonazo, que diría un taurino, a la Ética y a la Estética profesional. ¿Cómo es posible que un bufete de abogados tan prestigioso como Uría y Méndez, haya admitido ese caso, estando en la nómina un hijo del ministro de Justicia? Yo no admito de ninguna de las maneras que un bufete tan serio y prestigioso, se aviniera a un chanchullo para sacar de ese atolladero, al hijo del “amigo poderoso” de alguien pero ¿todos los habitantes del mundo tienen mi misma opinión? Yo diría que no. Y, no ayuda a despejar dudas las declaraciones de la señora vicepresidenta, aunque lo diga con cara compungida “son decisiones que no son fáciles de adoptar, pero cuando a uno le reclaman un indulto –a instancia de parte, no porque el Gobierno se meta a hacerlo- tiene que poner encima de la mesa las circunstancias del que lo pide, también de la familia, y tomar una decisión”. Para que lo que dice doña Soraya tenga visos de verdad, tendrían, digo yo, que haber consultado las “circunstancias” de la familia del fallecido que, sin duda, son los únicos perjudicados en este caso.

Si algún día me veo incurso como acusado ante la Justicia, pediré que me defiendan en el bufete Uría y Méndez.

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Marcos, te mandé un correo y al día de hoy, no sé si le recibiste. Confírmamelo. Un abrazo

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