lunes, 19 de noviembre de 2012

HUÉRFANA E INANE.

La percepción de los españoles es que los únicos políticos paridos por la democracia que no roban descaradamente y con chulería, son aquellos a los que el partido no ha colocado junto a la vaca de gordas ubres (ya no tan gordas). No espero ser original en mi apreciación al decir que, es raro el día que no abrimos con algún “derrape” económico hacia bolsas corruptas; como diría don Juan Tenorio “desde la princesa altiva, a la que pesca en ruin barca”. Desde el yerno del rey, al concejal del más recóndito de los municipios patrios, la garduña ha puesto su asquerosa madriguera, y de todo el territorio ha hecho su coto de caza. Hace muuuuchos años, en la radiodifusión española, había una emisora de la Cadena Azul, cuyo eslogan, muy repetido, rezaba así: “Guerra a los sinvergüenzas que se están dando la vida padre, y a los que no se la dan porque no pueden”. En estos momentos si el presentador (“El Maldito”), si existiera la emisora y él estuviera en condiciones de comentar la rutina diaria de nuestra política, seguro que utilizaría un apelativo más grueso que el de sinvergüenza.

¿Qué piensan los españoles cuando se enteran por la prensa que el expresidente de la Generalidad de Cataluña, señor Jorge Pujol, su esposa, señora Ferrusola y su retoño Oriol, junto con el actual presidente se han estado beneficiando, según el periódico El Mundo, de comisiones fraudulentas? Me imagino que pensaran lo mismo que han pensado en sucesos de igual tamaño -o de superior tamaño- como en los casos del señor Colón y Carvajal y Urdangarin, muy próximos a la Casa Real.

Desde el advenimiento de la Democracia, el muestrario de choriceos ha llegado al grado máximo. “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. No hay miedo; aunque el pavimento fuera de finísimo cristal de Bohemia, podríamos seguir disfrutándolo durante muchos años más; nadie –de arriba abajo- tendría opción de lanzar ni el más insignificante de los chinarros. Mi madre, que en paz descansa, cuando alguno de mis hermanos, o yo mismo, hacíamos una travesura solía decir: “¡Ojalá viniera Herodes!”. Es una pena que Dios, no nos haga la merced de mandarnos a un Herodes capaz de acabar con tanto político ladrón y tanto allegado familiar sanguijuela. Vana esperanza; la sociedad española esta huérfana e inane ante la desgracia; nadie con fuerza pierde su tiempo en tratar de encabezar el camino regenerador. Unos, los medios de comunicación, por no perder las subvenciones; y otros, los que podrían usar la fuerza de su inteligencia, porque, siendo la élite, les mancha el roce con la “plebe”. Pero no les mancha en sus bolsillos los sudados euros de nuestros impuestos, que son los que nutren sus altos salarios.

¿Llegará el día que la tortilla se vuelva, que el pueblo coma carne y los políticos coman mierda?

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