viernes, 7 de septiembre de 2012

LA SOLUCION EN EL CHIRINGUITO.

En relación con la mala situación por la que estamos pasando, España y por ende los españoles, hemos sido visitados por il signore Mario Monti, monsieur François Hollande y froilán Ángela Merkel. Han venido infinidad de personajes de la política de toda Europa, e ido por toda Europa buscando la solución el presidente Rajoy y varios de sus ministros. Craso error. Tanto ir y venir de tanto fantoche de la política, y la solución estaba aquí; el personaje que tiene la solución de tanto mal, estuvo hace unos pocos días sentado a mi derecha, en torno a un velador de un chiringuito de piscina. ¿Os imagináis la cantidad de euros que se habrían ahorrado si en vez de tanto viajero, se hubieran acercado a la piscina de la urbanización donde tengo mi humilde casita? Allí, podrían, por el coste de un quinto de Mahou, encontrar la solución que tan encabronados les tienen.

Lo cuento. Eran aproximadamente las doce y media de la mañana; hacía un rato que había bajado de mi casa, y al llegar al chiringuito que hay en la piscina, unos amiguetes me invitaron a participar en una partida de mus, uno de ellos, socialista y sindicalista (dos en uno). La partida se iba desarrollando normalmente entre “envidos” “órdagos” y “quieros” y “pasos”; un chiste por aquí; una chirigota por allá; y, como pasa siempre, antes o después, salió el tema que a todos nos tiene tan preocupados: la Bolsa, la prima de riesgo y la falta generalizada de efectivos y la consiguiente pobreza.

Como pasa siempre, éramos cuatro, y cada uno de nosotros teníamos una opinión distinta. Uno, el de más edad, echaba la culpa de tanta desgracia, al sistema político. “Esta democracia nos ha traído la ruina; con Franco, no había paro; se creaban infinidad de empresas y todos vivíamos en paz. Yo, trabajando en SEAT, además de comprarme el piso donde vivo, me compre un chalecito en Torrevieja”.

“¡Venga ya! Tú eres un nostálgico; ahora, son otros tiempos y debemos acostumbrarnos a otro tipo de vida; España es parte de una comunidad y si en esa comunidad hay problemas, los problemas nos alcanzan a todos. Pero ya veréis como, gracias a la democracia, y en compañía de los demás países de la Comunidad, saldremos adelante”. Fue el parlamento del jugador que estaba a mi izquierda y que, a pesar de ello, era votante del PP. Yo, les miraba; miraba mis cartas y les oía en silencio.

“Yo tengo la solución (soltó el socio-sindicalista con la cara iluminada gracias a la bombilla que se le había encendido en la cabeza); parece mentira que gente tan lista como los del PP, no hayan sido capaces de ver algo tan sencillo, que hasta un niño de guardería sería capaz de decir con su media lengua”. Con la interrogación marcada de nuestros rostros, los tres exclamamos al unísono ¿cual es la solución? Él, nos miró como de hito en hito e hito a los tres y, con el pecho a punto de explotarle de satisfacción, hizo una pregunta válida para los tres.

“¿Cuantos habitantes somos en el país? “Cuarenta y seis millones o así, contestamos a coro como las trillizas de Julio Iglesias. Cuarenta y seis millones; pues, si este gobierna diera un millón de euros a cada uno de los habitantes de este país, con esos cuarenta y seis millones de euros, acabaría de forma sencilla con la penuria de todos los ciudadanos”. Terminado su parlamento, algo mitinero, diría yo, recostó la espalda en el respaldo de la silla de plástico, miró sus cartas, y echó tres a grande.

A su compañero y al mío, la sorpresa hizo que las cartas se les cayeran de las manos y, a mi no se me cayeron, porque las había dejado segundos antes sobre el velador. No pude por menos; le miré a los ojos, que aun le brillaban de júbilo y le pregunté suavemente; sin que se me alterara la voz: ¿Tú has hecho bien la cuenta? “Claro; cuarenta y seis millones de ciudadanos por un millón de euros, cuarenta y seis millones”. ¡Que borrico eres! Así, por cerebros como el tuyo, ayudados por un sistema político asqueroso, hemos llegado hasta aquí. Y, eso, no es lo malo; lo verdaderamente malo es que una vez una vez encallado el barco en este arenal, nos va a costar un “güevo” volverlo a poner a flote. Dile a tu jefe, el obrero Méndez, que un facha te ha dicho que para que cada español reciba un millón de euros son necesarios, no cuarenta y seis millones de euros, si no cuarenta y seis billones, con b de burro, de euros.

Es posible que esta historieta no sea creída por alguno de vosotros, mis queridos camaradas, amigas y amigo; quizá no la creáis ninguno. Vale; pero, aparte de un poco de mala literatura, el meollo de la cuestión: el socio-sindicalista, los cuarenta y seis millones de habitantes y el millón por barba, es cierto como la vida misma.

Hace muchos años el exfalangista Luis Berlanga, creó una película cuyo titulo es. “¡Bienvenido Mister Marshall!”. Hoy, si aún viviera mi ex camarada Luis, seguramente filmaría otra película, esta vez, con el siguiente titulo. “¡Bienvenida Froilán Merkel!”

Saltó el escándalo en el pueblo toledano de Yébenes, porque una concejala del PSOE, que además ejerce de profesora en un colegio, se ha hecho un vídeo, mientras se hacia un solitario sexual, según ha dicho, para mandárselo a su marido. Pero, vaya usted a saber por qué, el vídeo ha sido difundido por la red, y colocado en una página porno. La señora Elena Valenciano, con el deseo de echarle una “mano” a Olvido Hormigos, que así le llaman a la interfecta, reclama respeto a la intimidad. La intimidad de una persona deja de serlo cuando se grava en vídeo, y a través de la red, se manda a otra persona; persona, que por muy allegada que sea, para presumir, puede hacerla pública.

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