miércoles, 18 de julio de 2012

MUCHOS FUEGOS PARA SER CASUALIDAD.

No puede ser fortuito el que en las islas Canarias en tres de ellas, Tenerife, La Gomera y la Palma, se hayan declarado prácticamente al mismo tiempo unos fuegos que están devorando su maravillosa flora. Eso ha de ser un plan diabólico elaborado por mentes asesinas, encaminadas a perjudicar la temporada alta de turismo. Para quienes tenemos a esas siete maravillas en la profundidad de nuestros corazones, nos duele, por que como español, también me siento canario y río con su alegría y lloro con sus penas. Unos de los lugares en donde me he sentido tan a gusto como en el salón de mi casa fue en Tenerife y, concretamente, porque teníamos el lugar de residencia, corta residencia, en el Puerto de la Cruz. Desde la ventana de la habitación, a pocos metros, está el complejo acuático de Jorge Manrique. Subir a La Orotava; ir a visitar en su basílica a la Virgen de la Candelaria, disfrutar en el Loro Park; acercarse y pasear por las calles de la capital, Santa Cruz y comer en un restaurante frente al puerto; Garachico, pueblín marítimo que quedó prácticamente sepultado por la lava de, hasta ahora, la última erupción del Teide. Precisamente en una de las laderas que suben hacia el Teide crecen unos pinos que son capaces de aguantar un calor de 500 grados, aunque el fuego los queme, vuelven a retoñar; eso espero si es que este fuego les alcanza. Rezaré por ello, y por las personas que se vean perjudicadas.

El fuego en La Gomera puede poner en peligro el parque de Garajonay (Laurisilva donde se da el bejuco y la liana cuyas hojas son muy parecidas a las de los laureles y donde no está permitido ni coger una ramita seca del suelo, mucho menos arrancarla de algún árbol, al ser lugar protegido por ser Reserva de la Biosfera) además de a las personas de los pueblos próximos. Y, por último la Palma, la más verde de las siete, Dios querrá que verde siga siendo, a pesar de este incidente. Muchos fuegos para ser casualidad.

En las islas, aunque incipiente, hay un movimiento separatista que, por la poca inteligencia de quienes lo componen, podría ser que ellos, fueran los culpables de estos desastrosos sucesos. Yo los he sufrido en uno de mis viajes y aunque molestos por su fraseología, ellos no son lo suficientemente importantes como para que yo pierda el cariño a ese ramillete de islas, a cual más hermosa. Por cierto, hace un par de años en Mogán, compré un Drago que lo cuido más que a las niñas de mis ojos, por lo que da gloria verlo.

En España no está debidamente penado el delito de los incendiarios. Todos los años, esos hijos de mala madre, se cargan un montón de hectáreas sin que apenas su delito se vea compensado con el castigo adecuado. ¿Cuál sería el castigo? Atarles los brazos a la espalda; meterles una tea bien resinosa por el ano y otra en la boca y prenderlas fuego a ambas; montado el espectáculo en el lugar más concurrido, para que sirva de ejemplo.

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