lunes, 12 de marzo de 2012

A CAMINAR, QUE ES MUY SANO.


La campaña electoral para la Junta de Andalucía está poniendo al descubierto la condición moral de los actuales mandos autonómicos de aquella hermosa tierra, que nunca debería haber sufrido tal oprobio. El comportamiento fraudo-chulesco les ha llevado poco a poco a despreciar todas las reglas de la decencia, desde la mismísima presidencia, hasta el último de los cargos menos representativos. Cuando están a punto de ser borrados, ellos lo saben, por chorizantes, con la desvergüenza clásica de los socialistas españoles; cuando la mierda les llega hasta la mismísima barba, como el niño niega el haberse comido el chocolate, con el morrete aun manchado, niegan su participación –con los billetes cayéndoseles de los bolsillos- y hasta su conocimiento, como si hubiera sido algo nimio. Y, en el paroxismo de su cinismo, denuncian al PP, ante los votantes, culpándoles de intento de aprovechamiento electoral, inflando los acontecimientos aparecidos, y que se encuentran en las manos de la juez Aldaya. ¿Qué dirá el señor Griñán cundo pierdan las elecciones y empiece a asomar todo el iceberg toda la masa delincuencial que han ido coleccionando durante más de treinta años? Lo que haya sobrevivido a las siniestras trituradoras del elucubrador Zarrías y sus compinches.

Es posible que tanta suciedad influya en la consideración que algunos españoles, quizá millones, pudiera sentir por Andalucía; a mí no me influye negativamente porque se distinguir a Andalucía y a los andaluces, de la versión andaluza de Alí Babá y los cuarenta ladrones. Cuando estos delincuentes desaparezcan, Andalucía seguirá siendo un amplio trozo de España, tan bello y sorprendente como lo ha sido desde hace siglos. No distingo, si Andalucía fuera un pastel, me la comería entera.  

El señor Rajoy tiene razón cuando dice que el socialismo dejará Andalucía arruinada y con la mayor cota de desempleo, como es su costumbre. Durante nuestra guerra civil, según iban “avanzando” en retirada, se aplicaban a dejar la tierra calcinada; los trece años del felipismo del GAL y FILESA y MALESA; la trupe de los hermanos Guerra; el clan de Chamartín; el 21% de paro; el 5,50% de déficit publico; los ocho años de zapaterismo trajo, como toda España sabe, más de 5 millones de parados y un déficit de más del 8%, después de, por esas cosas del azar, haber pillado al vuelo el gobierno con un déficit del 0,3%.

Eso es lo que distingue en política a la derecha de la izquierda; la derecha siempre se pone en movimiento para resolver los problemas que propone la gobernación, las razones básicas de la inteligencia científica, mientras que la izquierda todo lo trata de apañar con la intuición, hija de la ignorancia. Y, cuando todo, como es normal, se le desborda por todos los lados y la gente harta de aguantarles les da esquinazo, recurre a la algarada callejera, con quema de contenedores y asalto a locales comerciales, y al griterío grosero y casposo, rodeándose para ello de obreros, como Méndez y Toxo, intelectuales como Ramoncin y Wyoming y artistas del sindicato de la ceja, como exponente de los grandes valores de la izquierda.

Ayer mismo, los sindicatos, sanguijuelas que chupan de las harcas del estado, la señora Manjón, victima del 11-M, y los intelectuales y artistas de costumbre, han tomado la calle para protestar por unas medidas que ellos, los sindicatos, no han sido capaces de consensuar con la patronal, durante más de un año de negociaciones.

Si la derecha española no fuera tan “valiente”, desde mañana, los sindicatos se tendrían que valer de sus propios recursos, lo que seguramente dejaría a los compañeros Toxo y Méndez sin coche y sin chofer del sindicato. Hala chicos, a caminar que es muy sano.

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