lunes, 31 de octubre de 2011

El carro y los bueyes.

Como Manolo Escobar, José Luis Rodríguez Zapatero, también tiene un carro que nadie se lo ha robado por que él no ha ido de romeria, pero del que él está empeñado en que todo el mundo tire . Se lo ha pedido a Mariano Rajoy en infinidad de veces y ahora, desde Hispanoamérica, se lo ha pedido a Ángela Merkel. Hay quien dice que para tirar de ese carro, lo mejor que ZP puede hacer es, en primer lugar uncir a su padre y otro buey a la barra del carro y después montarse en el carro y que se largue de una puñetera vez, lo más lejos posible o, mejor, al “País de Nunca Jamás”, para que les cuente los mismos cuentos que nos ha contado a los españoles durante los últimos ocho años a Peter Pan, Campanilla y a los Niños Perdidos.

“Los Brotes verdes; Ya estamos saliendo de la crisis; estamos en la Champions League; la banca española es la más fuerte de Europa; nunca llegaremos a los cinco millones de parados; hemos tocado fondo, y ahora vamos a crecer…” Sería buena cosa que se llevara de cuentacuentos a la Salgado, a la Pajín, a la Aido, a Pepiño Blanco y, lo que ya sería la bomba, a Felipe González, a Alfonso Guerra y a Peces Barba.

Ya que me ha salido, sin darme cuenta, el catedrático Peces Barba, aprovecharé la ocasión para decirle -me figuro que lo que le voy a decir no le llegará- que solamente los imbéciles son capaces de decir imbecilidades. Cualquier persona que haya seguido, aunque solamente fuera por los medios de información a Gregorio Peces Barba, si no se ha olvidado, seguro que la opinión es absolutamente negativa -¿verdad, amigos de la AVT?-; mi opinión, aunque nadie me la solicita, es la siguiente: Gregorio Peces Barba, además de ser un malvado de tomo y lomo, es un imbécil, por decir imbecilidades como las que recientemente ha manifestado, usando como hipótesis trasnochada, la opción de España de haber renunciado a Cataluña y haberse quedado con Portugal. Y terminó demostrando su natural el jueves pasado, con la siguiente declaración: “esta vez se solucionará todo sin necesidad de bombardear Barcelona”, para hacer juego con: “hubiera sido mejor quedarse con los portuguesas y dejar que se fueran los catalanes” y para cerrar la trilogía: “es muy diferente bromear  sobre los bombardeos de Barcelona que sobre los de Guernica o los asesinatos de ETA” lo que le valió por parte de un tal Tardá, el apelativo superlativo: “enorme hijo de puta”. Mucho tardó, Tardá, en reconocer adecuadamente los méritos del señor Peces Barba. Y lo mejor del caso es que se lo dijo, según me han contado, en castellano. La vejez, a un individuo que ha pasado la vida a lomos de la imbecilidad, es el estadio donde alcanza la cota más alta, que es a donde ha llegado don Gregorio. El tal Tardá le insulta como separatista catalán; yo, como español, muy español de todas las regiones de España, incluida Cataluña.

No hay comentarios: