lunes, 28 de febrero de 2011

SORPRENDIDA Y SORPRENDENTE MINISTRA.

La señora Pajín, sorprendida y sorprendente ministra de Sanidad, también conocida como la ministra multiusos, anuncia un borrador de ley de muerte digna. Esta señora que apenas sabe juntar las letras de su apellido, nos amenaza con una nueva ley; con la anterior no se respetaba, según dice la ministra, la dignidad del moribundo, que responderá .

-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-

El desconocimiento que la señora Pajín demuestra, solamente es comparable a su estupidez. Si la señora ministra se hubiera esforzado en conocer al personal médico que da su servicio a la Sanidad Publica, se habría enterado, en directo, de que los médicos que atienden a los pacientes en los Servicios Paliativos lo hacen con un trato exquisito; nunca se necesitaron leyes, promulgadas por legos, con ínfulas de doctor Honoris Causa. Para el estudio de la nueva norma ha echado mano de un grupo de expertos -quiera Dios que entre ellos no esté el doctor Montes, ni el doctor Frankenstein-, que llegando a conclusiones, den la posibilidad de crear la ley que demuestre fehacientemente, según la ministra, repito, la mala praxis de los actuales profesionales médicos.
Esta pobre mujer -metida, por algún “mala leche” que la quería lejos de él-, en algo tan alejado de su escasita capacidad, saca a relucir la demagogia, única “virtud” que le adorna el cuerpo, y asegura que el objetivo será garantizar seguridad a los profesionales del sistema sanitario, que ofrecen su mejor formación y su mejor vocación a los pacientes. Y vuelve a demostrar su incoherencia al afirmar que con la nueva norma, se respetará la voluntad y obligara al médico a ofrecer el mejor tratamiento -claro está que la señora Pajín, no sabe lo del “Juramento Hipocrático”, por el que se obligan a dar al paciente, lo mejor de su ciencia.
La nota del periódico de donde he sacado esta noticia termina con las últimas palabras que la señora Pajín debió pronunciar en el acto-mitin que balbuceó en Zaragoza: hablamos de hombres y mujeres con enfermedades irreversibles –hay enfermedades que son irreversibles, todas las crónicas, señora ministra, que no tienen por qué terminar con la vida de quien la padece, a corto plazo- que en los últimos días de su vida tienen derecho a no sufrir –cosa que deben hacer ahora los médicos-, a que les mitiguemos – ¿alguien ve a esta señora, vestida de verde quirófano, mitigando?- el dolor y tengan toda la dignidad que seamos capaces de generar. -¿quién, los vivos?- . Quizá sea porque como esta gente, los socialistas, se pasan la dignidad de las personas por la parte que se corta a los pepinos para que no amarguen, se piense, si es que tiene esa capacidad, que los médicos de los servicios paliativos de todos los hospitales de España, mientras el paciente se está muriendo atormentado por el dolor, ellos y ellas se dedican a cantar y a bailar al son de los hayes de los moribundos.
A la señora ministra más le valiera que en vez de decir tantas… gilipolleces, iba a decir, pero como estoy aludiendo a LA SEÑORA MINISTRA, lo sustituiré por banalidades, dotara con mejores medios a los establecimientos hospitalarios.
Y para terminar, y dejar claro que no siento animadversión por la señora Pajín, le daré un consejo, por si le alcanza: procure llevar en mano un cartel, tipo banderola rígida con la siguiente leyenda: “SOY LA MINISTRA DE SANIDAD”. En letras tan grandes como lo permitan las dimensiones de la banderola; si no, nadie la va a creer.


No hay comentarios: