Ayer se me quedó enganchado entre las teclas del ordenador señalar que los 140 millones que quedaron vacíos de significado, como bailando sin música, son la dolorosa cifra de personas que malamente existen mirando a esos macro millonarios desde su irredenta pobreza.
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En lo que respecta a España, la pobreza está afectando a seis millones de españoles con el beneplácito oficial pues ¿qué hace el gobierno para rescatar a esos seis millones de seres humanos, aparte de mantenerles pobres, con subsidios raquíticos, y que no a todos les llegan?.
Esos graves problemas son los que tienen obligación los gobiernos de atajar con la mayor celeridad.
Algo está haciendo rematadamente mal, por encima de lo mal que con normalidad lo está haciendo este gobierno "rosirojoseparatista", para que vivan mejor y más atendidas las mascotas, que curiosamente son muchos más millones que habitantes somos, que esos pobres que nos avergüenzan.
España está reconocida en Europa y en el resto del Mundo, como el país de las subvenciones -¡otro buen récord- en las que se gasta algo así como 122,000 millones de euros. De esa muy estimable cifra, no todas las subvenciones tienen justificación, o quizás habría que decir que son muy pocas las que se auto justifican, en relación con las que se consideran sorprendentes, superfluas e improductivas.
La pobreza no se erradica con subvenciones dispersas en miles de direcciones dentro y fuera de nuestras fronteras, administradas por cualquier tipo de personas; decentes o indecentes, preparadas o inútiles, sino directamente por un ministerio de verdad, con un ministro de verdad y por unos funcionarios de verdad, que los hay muy buenos, y no los "colocaos" por los "colocaos" ministros.
Los pobres no quieren que se les subvencione su pobreza; lo que quieren es que se les devuelvan cada uno de los derechos de los que, aunque muy mermados por la "dictasanchéz", hacemos uso los demás. Ellos quieren trabajar y, a través de su trabajo desarrollarse como humanos que son.
Es que los dineros que de los españoles recibe el Gobierno de la nación no es para juergas; para que algunos políticos se lo gasten en prostíbulos, regando el prepolvo con carísimo champagne, ni para que politicastros recién llegados se compren muy costosos chalets. Esas no son las rutas que debe seguir el Erario Público.
La pobreza en España, este gobierno la está institucionalizando, de tal manera, que el número de pobres va creciendo a la misma vertiginosa velocidad que su presidente, el ciudadano Sánchez I "el Embustes", nos va atornillando el bolsillo a golpe de subida y creación de novedosos impuestos.
Tan claro se ve "ese camino hacia el negro abismo", que el ministro comunista que es titular de Consumo, cuando no valdría ni para reserva, Alberto Garzón, no encontrando otra cosa que hacer, amén de rascarse las ingles, se ha sacado (hay quien dice -¡qué maldad!- que ha sido íntegramente copiado de Google) un recetario, que no nos habrá salido nada barato, con el título de, "Comida rápida, barata y saludable", el cual aconseja seguir; como una altruista donación, cuando simplemente es una fórmula usada por el comunista Garzón, para ocultar el que esas recetas tan divorciadas de las buenas carnes y de los buenos pescados, son las que obligados por las "sanchicircunstancias "cada día más españoles se van apuntando a regañadientes.
Seguro que el comunista Garzón, arropado en su buen sueldo, poco exigente al esfuerzo, tiene, como su camarada presidente mejores "libros que leer".
Eloy R. Mirayo.
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