lunes, 29 de septiembre de 2014

A ESPERAR LAS CONSECUENCIAS.

Ahora, a esperar las consecuencias. El Gobierno se ha dado prisa en preparar el recurso contra la Ley de Consultas perpetrada contra la Unidad Nacional, por su sucursal catalana. Y ya está presentado el recurso gubernamental en el Tribunal Constitucional. La lógica en un país serio -no es nuestro caso-, en donde las distintas instituciones del Estado funcionan racionalmente dentro de la más estricta legalidad, el fallo del alto tribunal, ante envite tan grave, sería prácticamente ipso facto. Pero estamos en este país. País en el que las cúpulas judiciales son elegidas por los partidos políticos por, y para sus intereses. Por eso se elige como se elige a sus miembros.


Pero este caso no es una cuestión que ofrezca dudas; la cosa esta meridianamente clara; más que clara, cristalina, diría yo. La Ley que Arturo Mas se ha sacado de entre los palominos de sus calzoncillos, contraviene el mandato constitucional: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".

Todo ciudadano español tiene el indiscutible derecho de solicitar cualquier tipo de sistema político, pero no desde dentro de las instituciones del Estado, porque hacerlo, como poco, es un acto de traición a lo que juraron o prometieron servir, de donde se cobra un buen sueldo (bastante más que lo que cobra un "mileurista").

Mis conocimientos jurídicos no pasan del reconocer la figura femenina que se tapa los ojos con un paño, y porta en la mano derecha una balanza, y en la izquierda una espada, pero no hace falta haberse comido de un bocado todo el "Derecho Romano", para, siguiendo el elemental sentido común, entender que lo que una manada de imbéciles que están ensuciando con su presencia a toda Cataluña, se ha empecinado en llevar a la práctica, es un atentado a la Constitución vigente, y lo que es más punible, contra la sana convivencia entre todos los españoles; por lo tanto, la puesta en marcha de esa ley, es un delito merecedor de la expulsión automática y puesta ante la Justicia de todos los mandos políticos de la Generalidad de Cataluña.

Pero como todos sabemos, hay más tontos que botellines de cerveza, y al memo catalán, se le ha unido otro de las Vascongadas, que en estupidez no tiene nada que envidiarle:


Coño, Iñigo, no preguntes; mira una foto tuya, y verás un moñigo.

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