Este es el juguete del socialista Tomás Gómez, en su desastrosa etapa como alcalde de Parla.
Aquí, el ciudadano Gómez, ha pasado de ser el alcalde más votado de España (buena vista la de los parleños) a ser el más insensato de cuantos alcaldes ha habido en todas la Eras en las que se divide la Historia Nacional.
Parla es un municipio de la provincia de Madrid con un censo de 130.000 habitantes que, de buenas a primeras, entre los alcaldes Tomás Gómez y José María Fraile (ambos del PSOE), les han colocado en el desagradable primer puesto de los ciudadanos más endeudados de este, que han dado en llamar País; con una deuda per cápita de 2.941 euros.
Ahora, los habitante de Parla deberían estar en manifestación constante; en escrache domiciliario a todos los "compañeros" sociatas, que ayudaron a esas dos perlas del socialismo, a coleccionar una deuda de 600 millones de euros, que nadie les exigirá la responsabilidad pecuniaria correspondiente, y tendremos que pagarla los de siempre; mientras ellos se dan a la buena vidorra. Este juguetito que vemos ahí abajo, es el caprichito
de Tomás Gómez, "El Invictus Gomicius".
Y, representa una prueba más del poco respeto que toda esta turba malandrina, tiene por los dineros de todos los españoles; pléyade de fatuos y engreídos que no son conscientes de la poca inteligencia que Dios les puso en el cerebro. En concreto este semi-imbecil, con la chulesca estupidez del que cree haber descubierto la pólvora, poniendo las vías en Parla, pensó igualarse con aquellos que hicieron las vías de la Unión Pacific Railroad Company; o tal vez, en su extraño magín peso ser tan grande como Alexander Fleming, Albert Einstein o José Luis Rodríguez Zapatero.
¿Para cuando las auditorias oficiales, llevadas por técnicos del ministerio del ministerio de Hacienda? Dado el tamaño de la corrupción que se ha producido, y sigue produciéndose, en esto, que han dado en llamar País, la fiscalización de los culpables -enterarse de lo que poseen y de donde les vino- debe ser el comienzo de la misma fiscalización de los familiares, consanguíneos o no, y amigos del alma que se les ha visto económicamente subir con la velocidad del rayo.
Las autoridades que cuidan de las "perras", deberían poner todo el celo en encontrar las "huchas", donde tienen escondido el producto de su rapiña. Y a las autoridades que cuidan de la adquisición y cultivo de la Inteligencia Humana, se les debería dar la tarea de medir y pesar la cantidad, no de la inteligencia, que bien sabemos que no tienen, sino del grado de estupidez de todos nuestros políticos al uso. Porque hace falta ser imbécil, para enfrascarse en una querella con la Comunidad, por 50 millones de euros, que el menos enterado en esos temas, sabría que lo tenían perdido porque es como aquel que se toma un doble de cerveza, una langosta, un kilo de percebes y una docena de ostras, y pretende que se lo pague la Seguridad Social.
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