lunes, 25 de abril de 2022

CONTROL MENTAL.

Rusia, como corazón, cerebro y látigo de la atea Unión Soviética, ofició como implacable perseguidor, a sangre y fuego, con asalvajada saña y sin el menor reparo, contra la religión ortodoxa, contra sus clérigos y hasta con los fieles, sin más delito que el de asistir a los ritos religiosos.

Solamente en los primeros años de la revolución comunista en territorio soviético, las acciones de represión contra clérigos y fieles se basaron en la aplicación de la pena de muerte, deportación a campos de trabajo o ingresos en hospitales psiquiátricos. Esos métodos inhumanos que se complementaban con otros como la tortura de experimentar en el cerebro de quienes eran escogidos el control mental, para convertirles en seres obedientes sin capacidad de reaccionar por si mismos.

Como información, que está al alcance de quien quiera informarse, en los primeros años de tan asesina invención, el comunismo, fueron asesinados casi treinta obispos ortodoxos y mil doscientos sacerdotes rusos de la misma religión. Una bagatela en referencia a la persecución a la Iglesia, a sus clérigos y a sus fieles en España, entre 1936-1939,  casi 7.000 victimas religiosas: 13 obispos, 4.184 sacerdotes seculares, 2.365 religiosos y 283 religiosas, y no se ha podido descubrir cuantos seglares murieron asesinados simplemente por asistir a Misa. Lo de la URSS,  en cinco años; en España, en tres. Una absoluta bagatela, considerando la diferencia entre el censo soviético y el censo español de la época. 



Aunque más adelante, Stalin mantuvo cierta relación moderada o dura según las circunstancias que se estuvieran dando y según como anduviera de acritud de su ralea, es ahora con el asesino Putin, autoproclamándose "zarito de todas las rusias", oficialmente olvidado el ateísmo extirpado del Kremlin como se extirpa un tumor, cuando la religión oficial vuelve a ser la ortodoxa, con toda su pompa y boato.

¿Por qué el cambio en el "tratamiento" a la religión por parte del rojerío soviético? Alguien, algo más listo que los demás, debió soplarle a Stalin al oído que matando a los religiosos, lejos de acabar con la religión, lo que estaba sucediendo es que los fieles, aunque rebozados en su propia sangre, se reforzaban en sus creencias, elevando a esos, sus mas queridos muertos, a la categoría de mártires de la Fe, por lo que la Iglesia también se iba reforzando.

Una vez terminada en España la Guerra de Liberación, nuestros rojos, mas por instinto que por ciencia, tomaron buena nota de aquello que le dijeran al mayor asesino reconocido en todo el Mundo, y tomaron e instalaron en seminarios, iglesias y monasterios para desde esos lugares santos, no desde hospitales psiquiátricos, copiando las prácticas soviéticas, someter a control mental a cuantos incautos se dejaran pillar. Cuando Santiago Carrillo -replica en menor tamaño de Stalin- se presentó a las primeras elecciones de esta memocracia, su guardias de corps eran gente salida de las juventudes cristianas, con cierto parecido con la ETA y una muy importante cantidad del clero en las provincias vascongadas. Cuentan que había dos asesinos de ETA emboscados tras una roca; uno, mirando la hora en el reloj, le dijo al otro pistola en mano. "Pachi, si al que tengo que matar tarda en salir, no voy a poder decir Misa de nueve". 

Eloy R. Mirayo.




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