lunes, 25 de octubre de 2021

LAS VICEPRESIDENTAS ESTÁN A LA GREÑA.

Las vicepresidentas están a la greña intentando cada una de ellas apuntarse "el tanto" de la Reforma Laboral, y el amo del chiringo de la Moncloa presencia la estúpida disputa con su acostumbrada impertérrita actitud.

Las dos doñas por él vicepresidentadas luchan, sin que al menos por el momento suponga peligro para  los "luxes capilares" de ambas señorías, por intentar pasarnos de "matute" la Reforma Laboral como algo propio de sus cabezas -la de cada una de ellas por separado de la otra- cuando ya sabemos todos los españoles que esa Reforma Laboral, que la retratan tan beneficiosa para los trabajadores -que ya se verá-, nos viene impuesta para bien o para mal de forma y manera desde la dadivosa Comunidad Económica, con el cartel, negro sobre banco y en grandes caracteres que, kilómetros más o menos, reza así: ESTA ES LA FÓRMULA Y, SI NO SE HACE ASÍ, COMO "MAMÁ" QUIERE, ¡ADIÓS DINERITO!.

Las vemos modosas, sentadicas en la bancada azul del Congreso, como dos adolescentes en el aula colegial; pero, de todo menos bonita, la señora Díaz por lo bajines le ha dicho a la señora Calviño, e igualmente soterrado, con sonrisa de oreja a oreja le ha dicho esta a aquella, mientras el ciudadano presidente como quienes se excitan asistiendo al espectáculo de Lucha Libre entre mujeres en paños menores. Dos de "escasas deportistas" se agarran por todas partes de sus anatomías en una especie de alberca semi llena de barro.



Y no creo que sea exagerado decir, que lo primero por hacer para que después se pueda pensar en hacer una buena y duradera Reforma Laboral, es potenciar hasta donde al Gobierno se le permita llegar por los dictadores de la Unión Europea, si es que en esas cabezas hay alguna cantidad de inteligencia, fortalecer el mundo empresarial; facilitar su desarrollo para que la creación de puestos de trabajo -adecuadamente remunerado- pueda rebajar las angustiosas cifras del paro.

No se puede imponer una justa manera de repartir la hogaza de pan, si por edad, por estatura o por sexo, si no existe la manera de poder llegar a poseer la hogaza.

Se gasta dinero en impartir clases de cualquier profesión, que por su escasa duración no crea profesionalidad, con la desvergonzada idea de, con un chiringuito amigo, repartir unos dineros solamente beneficiosos para quien tiene la potestad de elegir a quien dárselo y de quienes lo recibe.

Hace años llegaron a Tornavacas, un pueblo precioso de la provincia de Cáceres, unos individuos mandados por la Junta de Extremadura, a enseñar Alfarería a unas cuantas jóvenes. Menos el agua, que allí hay mucha, llevaron hasta la arena para hacer la masa de dónde sacar los objetos a moldear: cenicero rústicos y nada refinada figura que, aunque ellas quisieron, no pudieron parecerse a reproducciones de humanos o a los animales domésticos, gallinas, cabras o cerdos con los que solían tener relación. Los maestro estuvieron tres o cuatro días con sus clases; a las "aprendices" les dieron unos cuantos euros,  y jamás volvió nadie a ampliar la labor aprendida.

No se intenta que a través de campañas estatales haya personas que aprendan en lugares apropiados un oficio del que poder vivir dignamente, sino lo que buscan algunos listillos, colocados dedocráticamente, es la manera de que invirtiendo en "eso" una pequeña parte, se pueda hacer aparecer en el propio bolsillo el resto de la asignación.

Eloy R. Mirayo.


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