lunes, 20 de julio de 2020

DIOS LOS CREA Y ELLOS SE "AJUNTAN"

Por sí solos, cada uno de ellos es mala cosa: lo que queda de la pandemia; sus constantes rebrotes en casi todo el territorio nacional; y el miedo al alcance del desconocido mal económico del que nos están avisando los "acojonadores oficiosos", que traerá el mes de septiembre. Malísimo cada uno por su lado, pero los tres juntos componen un quinteto estremecedor, con la colaboración estelar de Sánchez e Iglesias, como solistas, que no como "so listos".

Ciñéndonos a los males que carecen de carne y hueso, el que nos podría ser más dañino a los españoles de bien -a los sinvergüenzas ni les rozará- es el de no saber hasta dónde podría llegar la pleamar de la pobreza que nos traerá septiembre, puerta del temido otoño, porque nadie -cuando digo nadie, es nadie, ni siquiera Sánchez, lo que es más preocupante-, tiene la menor idea, por mucho que haya quienes hablan de encarar optimistas el otoño, habiendo franqueado con éxito la pandemia, más fuertes y mejor preparados. 

Otros nos hablan de que precisamente por haber encarado la pandemia de manera tan exenta de inteligencia y conocimiento de lo que habría que haber hecho para afrontar el más próximo porvenir; el que nos está viniendo con fuertes pisadas, es una catástrofe insoslayable. La falta de ideas correctoras, lógica en gente de profundo desconocimiento por no haber trabajado en toda su puta vida, pues la mayoría son "carne fofa de partido", válida para nada bueno, aseguran que traerá la desaparición en cascada, por falta de apoyo institucional, a gran parte de las pequeñas y medianas empresas, lo que elevará de forma exponencial la lista del paro, que alcanzará muy negativamente, no sólo a quienes caerán en la desgracia de tener que cerrar sus negocios y de las personas que pierden su empleo, sino que también, de manera muy notoria, afectará a todo el movimiento económico de España, menos a los nuevos ricos nacidos de la política, que ellos sí podrán seguir pagando la hipoteca del chalet que disfrutan en los distintos "galapagares". Y así seguirán cómodamente holgazaneando, utilizando las últimas gotas de "sangre" que le quede a nuestra economía.

Desvergüenza, es de lo que pueden presumir una buena cantidad -me quedo con las ganas de ampliar- de los políticos nacionales que como el "Rothschild galapagueño", sin otro mérito contraído con España que el de no haber hecho jamás nada de provecho por ella, ni por los españoles, exceptuando familiares propios, amigos, follamigas y también follamigos (que los hay sin remilgos). Lo que es muy frecuente entre los recién "poderosos" comunistas del neosoviet nacional.

La noticia -algo pasada, lo reconozco- la recojo del ABC: "José Blanco se recicla en la consultora Acento, que dirige el exsocialista Antonio Hernando. La sociedad con sede en Madrid se dedica a la intermediación con instituciones y gobiernos". 

Este José Blanco es el que fue ministro con Zapatero, fue europarlamentario, recientemente enchufado en ENAGAS y ahora -no sé si de todas sus ex colocaciones devengan o no dividendos; me da que algo caerá- se va a la empresa privada, con Hernando, Esteban González Pons y Alfonso Alonso, a la consultora Acento. ¿Veis a estos? Pues seguro que no les alcanzará la crisis con la que nos están acojonando. ¿Vergüenza? No; no tiene acento. Como decía mi abuela Leonor: Dios los crea y ellos se "ajuntan".

No es necesaria brújula y linterna para llegar a la meta deseada; al oasis donde te espera la felicidad, si caminas por la autovía, con luz del sol, y te ayudan los carteles informativos (¡qué por ahí tonto los huevos!).

A eso han venido los Hernando-Blanco, producto cárnico socialista no deseado y los Alonso-González Pons, producto cárnico pepérico no deseado. Pero esta Asesoría, no es como la que Elena Francis 

tenía abierta en una emisora de radio, paño de lágrimas al que muchas españolas recurrían cuando tenían problemas amorosos, de gordura o de acné facial. No; los problemas por los que se ofrecen a colaborar no son estéticos o románticos, sino  crematísticos; cuya resolución se facilita conociendo las "autovías" oficiales y a los "colegas" que vigilan. Así los problemas de sus clientes, se solventan a satisfacción.

Eso podría pensar alguien que fuera peor pensado que yo.

Eloy R. Mirayo.




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