lunes, 22 de junio de 2020

A OJO DE BUEN CUBERO.

Las cuatrocientas mil personas a las que el ciudadano Sánchez ha salvado la vida... ¿Las habrá contado una a una? ¡Quiá! lo habrá dicho a ojo de buen cubero.

Hoy un tertuliano de una emisora de radio, utilizando la retranca española decía, más o menos, que "el presidente había pecado de modestia declarando que había salvado -solo- a cuatrocientas mil personas, en toda España, cuando muy bien podía haber dicho que había sido el salvador de más de cuarenta y siete millones". Cifra que viene a ser el número total de españoles que dicen las estadísticas.

Uno de los hitos filosóficos que no dejan lugar a debate, es el que asegura que no existe un gilipollas mayor, ni en España, ni en el resto de la Galaxia, que se cree un intelectual de postín por haber sacado una carrera ("lacado superficialmente") universitaria de ¡vaya usted ha saber de qué extraña manera! Si es que no fuera avalada por su pertenencia al PSOE, o a uno de los partidos comunistas, en los que suelen anidar, como tarántulas, algún que otro profesor y más de un catedrático. 

Eso lo estamos experimentando los españoles diariamente, en forma de Aurora Boreal, observando el funcionamiento del "elenco político" en el Poder.

Pero, cuidado, que ese tipo de gilipollez que tiene invadidas las distintas administraciones, es tan contagiosa como el virus Covid-19 y, como para combatirle a él, tampoco existe medicamento que lo ataje, aparte del Paracetamol, ni aún se ha descubierto una eficaz vacuna que se deshaga de ambas pandemias, aunque la de la gilipollez, con muchísimos más infectados, no esté aún declarada por la OMS.

Que el cabeza de un gobierno, obligado por el cargo a velar por el bienestar de las personas a gobernar, presuma, con cientos de miles infectados, y cerca de cincuenta mil víctimas de las que a no pocas se las ha dejado morir sin posibilidad de salir de las residencias de ancianos, a las que se les aconsejó trasladarlas a habitáculos bien ventilados, como única terapia; con decenas de miles de personas que no han podido despedirse de sus finados y que, ni siquiera aún, saben donde se encuentran sus restos, saque pecho de héroe de cómic, es de... Hay quien diría "de Gilipollez suma y maligna, que te cagas". Yo no; yo no soy de esos que tú te imaginas -que diría el cantante que fue moderno- y, en todo caso, si se me viniera a la boca -¡Dios no lo permita!- lo de la gilipollez del Presidente, que insisto, señor fiscal -cuestión de la educación que me dieron mis padres-, yo no usaría ese adjetivo, lo señalaría como de... gilipollez muy preocupante; a la que las personas aún sanas -todavía somos muchos-, deberían vigilarse con exquisita atención, que no nos la vuelvan a clavar, para buscar remedio, o confinarse en sanchezprotectora cuarentena y también, tener muy presente esa circunstancia, cuando vuelva a sonar el "pachín pachá", del cuerno -que no se a quien de ellos se le habrá caído- de las próximas elecciones, que no parecen muy lejanas.

Escuchar a Sánchez vanagloriarse de cómo ha llevado el asunto del "Estado de Excepción", me recuerda al gallinero que mi abuela Leonor tenía en el jardín de su casa. Me acuerdo que salía el gallo; un cacho gallo más alto que yo -conviene decir que en aquellos tiempos yo era un crío de muy pocos años-, y con toda la fuerza que le brotaba de sus entrañas cacareaba chulón, a lo Sánchez e Iglesias, como diciendo ¡aquí estoy yo! para dejar sentado quién era el rey en aquel lugar; las gallinas así lo asumieron. Pero un día a mi abuelo Tomas le pagaron una chapuza que hizo en el carro de un lechero, con un

gallo grandísimo que lucía unos espolones como navajas barberas. Cuando mi abuelo lo soltó en el corral... 

Cambió la monarquía, y mi abuela Leonor, al día siguiente, domingo, cocinó arroz con pollo. A mí me tocó un muslo.

Eloy R. Mirayo.


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