miércoles, 7 de febrero de 2018

EL QUE JODE, SIEMPRE ES EL DELINCUENTE.

Repasando el articulillo que puse ayer en mi blog, he llegado a la conclusión de que no he dejado suficientemente claro que yo, también, estoy en contra de la Cadena Perpetua Revisable. Si, yo también estoy en contra porque tanto a mí, como a varios millones de españoles más, lo que nos apetece es que se aplique la pena de Muerte, (me da igual el sistema) 

cuando la Justicia vea que la gravedad es superlativa como, por ejemplo, atentar contra la unidad territorial de España; el encabezamiento de un "cártel de la droga", responsable de tantísimas muertes; de violadores contumaces, 

que tras su paso varias veces por la cárcel, a su excarcelación, siembran el terror entre las mujeres, volviendo violar tantas veces como quieran, sin ningún interés por regenerarse; a pederastas que tantísimo daño son capaces de sembrar en niñas y niños indefensos, desgraciándoles a muchos para el resto de sus vidas; de terroristas, nacionales o extranjeros, inhumanos asesinos creadores de espeluznantes masacres; 

de políticos que llevándose (robado) a paraísos fiscales el dinero de todos los españoles, han semi arruinado a España. En fin, de todos aquellos delincuentes que con tanta insistencia nos están haciendo la vida muy difícil, y la muerte muy fácil.

Esa es mi posición, no en caliente por el asesinato bestial que sufrió Diana Quer, a manos del asqueroso de la foto; 

es mi idea en cuanto a cierta clase de delincuentes, desde que tengo -o al menos creo tener- uso de razón.

La pena de muerte, en cualquier país civilizado que se atreviera a tenerla prevista en su panoplia de sentencias judiciales, no es algo que como la lotería, toque por sorteo, sino que es algo que personalmente se busca, con un extraordinario maligno proceder.

Y no vale, como decíamos ayer -qué cursilada- utilizar la resobada gilipollez de "no hay que legislar en caliente" 

(como si el suceso fuera un garbanzo en el "arroz con leche"), porque si esa fuera la idea oficial válida, -que eso parece- no existiría jamás el momento de hacerlo, ante el goteo de asesinatos, actos terroristas, sangrientos ajustes de cuenta, y otros graves delitos que, con periodicidad casi  diaria, aparecen sobre nuestra geografía, los legisladores se ganarían el sueldo a traición, ya que no podrían legislar en absoluto, mientras que por falta de sucesos "calentorros" se lograre el más que conveniente enfriamiento delincuencial.

"Aborrece el delito y compadece al delincuente". Pues ¿qué quieren que les diga? El delito no existe, mientras no aparece el delincuente que lo comete. 

Por ejemplo; el cristal ¡blindado! del escaparate de mi comercio, estaba en perfectas condiciones, hasta que un delincuente llego armado con un gran mazo de hierro y de dos mazazos lo hizo añicos, metió la mano por el roto y se largo con más o menos 6.000 euros, en mercaderías de mi propiedad. El delincuente, mis muy señores míos, se largó, dejándome con la rabia de no haberle podido pisotear los hígados, y allí quedó su delito. 

Aún sigo esperando la ayuda, económica, o al menos moral, de esos "jesuitas falsos" que acuñan como si fuera su vereda vital, lo que en la práctica resulta un falsísima oración porque, el que jode, siempre es el delincuente.

Eloy R. Mirayo.

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