lunes, 18 de agosto de 2014

HASTA FINALIZAR LA "TOURNÉE"


Es muy posible, queridos camaradas y amigos, que por desconocidas estas costas y estas oceánicas aguas de Navalcarnero, pudieran ser confundidas con una simple piscina ¡Qué le vamos a hacer! La gente es muy dañina y maliciosa.

¿Por qué he comenzado con semejante chorrada? Pues porque creo que lo que se ve en la foto es tan parecido a una costa marítima, como las gentes que en estos momentos mandan en España; en todas sus instituciones;  y en todos los partidos políticos de esta Democaca, con verdaderos políticos o, con gente debidamente preparada para realizar con éxito la tarea de sacar adelante los asuntos de estado. (Aclaro que la piscina no es mía)

Esa es la confusión que nos ha traído a esta situación en la que lamentablemente nos encontramos. Esta insignificante gentecilla que manosea y manosea el "Poder", con su limitada inteligencia no sabe que los asuntos que desde los distintos ministerios deben dilucidarse, no son asunto de Partido, sino de Estado; claro que para recordárselo lo primero que se necesitaría es una Jefatura. Una Jefatura de verdad, con la autoridad que la palabra y el cargo demandan.

Hace algún tiempo, quizás un par de años, asistí a la representación teatral de la obra de William  Shakespeare, Ricardo III. Como es lógico pensar, me encantó, como la mayor parte de las obras de don William. La fastuosidad de los palacios, la trágica batalla en la que el rey Ricardo III reclama angustiado un caballo (por cierto, uno de los espectadores, ante la insistencia del monarca, gritó desde la platea: "¿te da lo mismo un burro?"; a lo que el rey Ricardo contestó: "Si, baja"). En fin ¿que os voy a contar de esa maravillosa obra que vosotros no sepáis? El caso es que una vez acabada la función, Julia, mi mujer, y yo, entramos para cenar en uno de los muchos bares que hay cercanos a la Plaza de Santa Ana, de Madrid, y allí, alborotando, borracho y mal hablado, estaba el cómico que interpretaba al "Magnifico" Ricardo III. 

Una de las cosas que más me joden es tener que aguantar las impertinencias de un borrachuzo, así que me acerqué a él y poniendo el dedo índice sobre el pecho que una hora antes parecía regio, autoritario le espeté: tu eres una mierda de rey.

Pero él, continuó siendo rey, hasta finalizar la tournée. Cuestión de dignidad.  

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