jueves, 22 de agosto de 2013

LA GILIPOLLEZ NO SOLAMENTE SE ENCUENTRA EN UN DETERMINADO LUGAR.

A ningún español orgulloso de serlo, se le ha podido desarrollar un sentimiento de odio contra una región tan importante y querida dentro de España, como es Cataluña. No es necesario grandes explicaciones; usar grandes dotes científicas; ni poderes hipnóticos para hacernos comprender que no es Cataluña quien busca diferencias étnicas con el resto de España, sino un pequeño grupo de gilipollas, a los que es verdad que su gilipollez les hace diferentes del resto de los españoles.

Nuestro José Antonio nos dijo que ser español era una de las pocas cosas importantes que se puede ser en la vida; verdad incuestionable, pues ser español equivale a ser catalán, vasco, castellano, andaluz, murciano, extremeño, balear, canario, santanderino, asturiano, navarro, gallego, valenciano (levantino) y de nuestros territorios marroquíes y hasta del Peñón de Gibraltar. Y eso, es mucho; tanto que nadie más que los nacidos en esta piel de toro lo podemos ser.

Estamos de acuerdo en que la gilipollez no solamente se encuentra en un determinado lugar, sino que es algo muy extendido; lo que ocurre es que desde hace algunos años, en las Vascongadas y Cataluña se han dado unos brotes muy importantes, no tanto por su calidad de inteligencia, si no por el grado de estupidez e hijoputez que supone.

La última prueba de mi aseveración, fue la equipación que lucieron los jugadores del Barcelona, en su encuentro futbolístico con el Atlético de Madrid. El uso de la Señera, como todos pudimos comprobar, no causó ninguna reacción negativa, como los gilipollas paletos que decidieron devaluarla a oficio tan intrascendente esperaban. Esa respetada bandera, que los gilipollas mal usan, es la misma de las islas Baleares, del Reino de Valencia y de Aragón (Reino al que perteneció Cataluña). Ninguna de las banderas tradicionales de las provincias españolas nos escandalizan; si acaso nos producen hilaridad los trapos de nuevo cuño, con las que, algunos gilipollas, envuelven a sus asesinos, una vez muertos.

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