miércoles, 3 de abril de 2013

LA SEMILLA.

Un buen camino para alcanzar la cota donde descansa el Golpe de Estado, es hacer las cosas muy malitamente; verbigracia, como se están haciendo en la actualidad en nuestro solar, nunca mejor indicado, patrio. Un Golpe de Estado, normalmente, no brota de la tierra como lo hacen las setas después de la lluvia. Un Golpe de Estado necesita que se plante la semilla y regarla bien regada para que al fin explote en toda su intensidad.

A poco que uno ponga empeño, puede descubrir de qué se compone la semilla, y el cuidado que necesita para su buen desarrollo. Verbigracia:

Para el primero de los puntos, la semilla, es necesario buscar, y encontrar, a los individuos menos dotados intelectualmente, si son desechos de la enseñanza (primaria, secundaria y universitaria) ¡miel sobre hojuelas!; se les enseña a llevar siempre la contraria, por cualquier motivo, aunque no sepan de lo que va el asunto; se les adiestra en los oficios de carteristas, trileros, tahúres, fulleros, timadores, comisionistas, chantajistas, vendedores de mercadillo, quincalleros, escapistas, etc. y se les introduce, sin hacer selección, no es necesario, en los distintos edificios que normalmente se usan, en los países serios, como sedes de gobiernos, ministerios y alcaldías, amén de otros centros próximos a esas realidades administrativas. De esa forma tan sencilla, se consigue el germen necesario; la semilla.

El segundo punto es bastante más laborioso y delicado. Para este segundo punto hay que encontrar a un auténtico “hijo de ramera”; posiblemente banquero pues, lo que se persigue es crear una situación ficticia de riqueza generalizada que parezca sencillo entrar en ella para cualquier persona, independientemente de los conocimientos y méritos profesionales. La facilidad debe parecer universal, dentro de las propias fronteras. ¿Cómo llegar a ese punto? Ahí entra en juego el banquero –la figura debe ser oronda, físicamente grotesca; algo hortera y aficionado a los coches de fórmula 1, que para cubrir su calva use una gorrilla roja de Ferrari- que abriendo las puertas de su banco de par en par, ofrece dinero fácil; dinero aparentemente fácil para todos, con el único esfuerzo de intentar alcanzarlo. “Pide”, le dice el orondo banquero a Pepe. Y Pepe pide para comprar la vivienda; y Pepe pide para poner un comercio, un taller o un supermercado pequeñito; y Pepe, ante tanta facilidad, pide para cambiar el viejo coche por un 4 por 4 de alta gama; pide para unas vacaciones en Cancún, en Cartagena de Indias o la Rivera Maya; pide para ropa, calzado y bolsos de cocodrilo para no desentonar y en el furor uterino por comprar en el que vive, hasta un carísimo perro, pide comprar.

¿Pisos? Cientos de miles vendidos en ciudades y pueblos, para primera vivienda y, muchos más cientos de miles en las costas para segunda vivienda. ¿Coches? Cientos de miles de media y alta gama. ¿Viajes? A todos los lugares del mundo y en toda clase de medios de locomoción, eso sí, en primera ¡Todo se pagará en pequeñas cantidades a largo plazo!

Sí, claro que sí se montaron pequeños negocios: tiendas de comestibles, fruterías, pequeñas casas de modas, que se decía, talleres de cerrajería, cristalerías, fontanerías, fábricas de muebles, fábricas de puertas de madera, pequeñas y medianas empresas y grandes de construcción … y Pepe, que ya es don José, grita a todo pulmón ¡Esto es Jauja!. El pobre no se da cuenta que el banquero orondo de la gorrilla roja de Ferrari, le tiene sujeto por las partes pudendas.

Pero el germen; la semilla del Golpe de Estado está ahí; a la espera de los acontecimientos. ¿Qué ha pasado…? Las grandes empresas de construcción se derrumban, arrastrando con ellos a las pequeñas y medianas junto a las fábricas de puertas, de muebles, cerrajerías…

(Continuará).

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