martes, 29 de enero de 2013

¡OJO AL PARCHE!.

La delincuencia, cuando se la deja campar a sus anchas, como ocurre en estos momentos por dejación de las altas autoridades políticas y judiciales, arraiga de tal forma en la sociedad, que llega a adquirir carta de naturaleza y, en su uso generalizado, no existe límite de cantidad ni de gravedad. Al decir generalizado, no estoy cometiendo un exceso; nos quedaríamos muy sorprendidos si pudiéramos llegar a conocer a todas las personas que sin ser delincuentes habituales, delinquen sin rubor, en muchos de los supuestos que están perseguidos por la justicia. Insisto; no cometo exceso por generalizar. En alguna de las comisarías de Madrid, su actuación policial se encuentra monopolizada recibiendo denuncias de robos: Smartphone; tabletas; portátiles; cámaras fotográficas; tomavistas; videoconsolas y hasta televisiones carísimas; también se denuncias delitos más graves, pues se han dan casos de asaltos a establecimientos de restauración (bares, en concreto) con armas punzantes, además de otros delitos de similar gravedad. Eso sería la anterior normalidad, pero no esta normalidad de nuevo cuño; antes los delincuentes eran, más o menos, profesionales; ahora, ya no es así, al ser la práctica totalidad de las denuncias falsas, cometidas por los mismos denunciantes o se han cometido en complicidad familiar, asaltado y asaltantes primos, para sacar el dinero fraudulentamente a las compañías de seguros. El intrusismo golpea por doquier.

De las veintitrés comisarías encargadas de la seguridad de Madrid, solamente una, la del distrito de Retiro, no ha recibido ni una sola denuncia falsa; entre las otras veintidós, 681, demostradas su falsedad. El perfil de estos delincuentes, no son padres de familia que lo hacen para poder, -no trato de justificar-, sobrevivir él y su familia; son estudiantes, médicos, abogados, periodistas y, como decía antes, amas de casa.

¿Qué ha pasado en España, que hasta las personas decentes se han echado en los brazos de la delincuencia? ¡Laxitud! Laxitud en la represión del delincuente habitual, este sistema político que nos está dando por… el bolsillo de atrás de los pantalones, fabrica delincuencial, trata a los criminales de todas las categorías como a colegas descarados; como miembros del mismo negocio que, en vez de robar sutilmente, como presuntamente lo hacen muchos políticos, lo hacen a lo bruto y a la vista de todo el mundo. Y, como se da la circunstancia de que, por mucho que delincan, en “na y menos” están en la calle, dispuestos a continuar; la gente decente: doña pepita, la viejecita del cuarto; don Emilio, el joven abogado que vive a dos calles; Rafaelito, el hijo de don Pascual, catedrático de Ingeniería Industria; Merche, esa niña tan mona que trabaja en el Metropolitano; etc., etc… aquí roba, según la prensa, hasta el yerno del Rey.

Por cierto; es necesario nadar con mucho cuidado pues, parece ser que se ha puesto en práctica un sistema, verdaderamente canalla de robar y hasta, en algunos casos, no pocos, robar y violar a las víctimas, por lo general, mujeres jóvenes. El sistema que emplean no es cruento, ya que para llevar a cabo su fechoría, no necesitan emplear la fuerza bruta para robar, ni para violar. Son varias las formas pero, siempre emplean la misma filosofía. Eligen una víctima, a la que se le droga con Burundanga; la burundanga es un alcaloide que anula la voluntad de la persona a la que se le administra, y, sin oponerse, obedece dócilmente. Un miligramo de esa sustancia aspirado, bastaría para hacer que una persona, sin violencia, saque el dinero de su cuenta bancaria, y lo entregue a quien le ha drogado. Un miligramo de esa sustancia mezclada en una copa, puede hacer que una mujer, sin resistirse, sea violada por un desconocido, o por un conocido por quien no tiene interés en circunstancias normales. Si tenemos en cuenta que la Burundanga o Escopolimina administrada por mentes criminales sirve para robarles la voluntad a las personas, hemos de convenir que el peligro lo tenemos a un palmo.

Pues bien; no ha sido el gobierno quien nos ha puesto en conocimiento; no ha sido la judicatura; no ha sido la Policía Nacional; ha tenido que ser un locutor de Radio Soviet (La Ser) que, por haberlo sufrido una amiga, lo ha lanzado a las ondas. Muy pocas personas estaban enteradas de ese tema pero, en Barcelona, la policía, desde hace bastante tiempo, llevan recibiendo denuncias de robos y violaciones, por ese sistema. ¡Ojo al Parche! camaradas.

No hay comentarios: