Entonces yo estaba, en lo físico, en la plenitud de los sesenta años, quizás cincuenta y ocho, cuando un día, casi sobre la hora del cierre de mediodía, entró un individuo y me pidió precio de algunos objetos de los productos que vendemos cuando, en un descuido, un exceso de confianza, me arrancó de la mano lo que le estaba enseñando y salió corriendo, subiéndose en una moto que le esperaba.
Viendo que se me alejaban, di un salto con las manos por delante y los brazos estirados al estilo Superman, comentaban los espectadores, golpeando la espalda del ladrón, haciendo que cayera todo el botín, que tenía un valor muy cercano al millón de pesetas.
Yo tenía contratado seguro con una empresa que me habría repuesto el total del valor robado. La misma empresa de seguridad con quien aún seguimos manteniendo el contrato. Eso no me frenó.
Es posible que estéis pensando que estoy tratando de presumir… pero no es presunción, yo he sido y sigo siendo, algo muy lógico ahora, una persona pacifica con un físico absolutamente normal, sin musculatura trabajada, pero siempre dispuesto a defender lo razonable, no por lo que valga, o me beneficie, sino porque sea de justicia.
Por eso, pasando revista a los últimos casi siete años, no entiendo cómo es posible que, en España, se esté produciendo tanto latrocinio, tanta injusticia, tanta inmoralidad, tanto ataque a los derechos, tantísima ilegalidad, tanto paro inducido por la mala gestión. Todo ello manando desde lo más señalado de la política, sin que la máxima autoridad -que sinceramente a mí, me está decepcionando; pero, claro ¡yo qué valgo!- esté silente sobre cuanto está ocurriendo, incluyendo el desmembramiento de nuestro Mapa.
-Es que la Constitución no le permite…
-¿La Constitución permite el chapuceo del bipartidismo gobernante, del reparto de jueces para nutrir el Poder Judicial y a los miembros del Tribunal Constitucional? ¿Es que la constitución permite la amnistía para los delincuentes -ya sentenciados por el Tribunal Supremo- en perjuicio de poner a la Justicia y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad como abusadores culposos de su poder, al tiempo que discrimina al resto de los españoles?
O sea, yo me juego el físico, teniendo mis intereses asegurados… ¿Cómo voy a entender que alguien con una grandísima preparación -a años mil de la cortita que por mi gusto recibí- para llegar a ser lo importante que es, no vea, no busque, no encuentre… ¡Algún matarratas! Que son, ya veréis, las culpables de todo.
Eloy R. Mirayo.
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