martes, 17 de junio de 2025

EL MALO ES ÉL.

¡Qué barbaridad! La cantidad de sinvergüenzas, de prostibularios  enchulecidos, de dañinos fracasados en su propia humanidad, de triunfadores de la estafa y la rapiña, de políticos corruptos, de duchos en lo delincuencial, en el total de posibilidades del mal que pululan por nuestra patria. Y qué casualidad, casi todos están en la nómina del PSOE, incluyendo en el asqueroso fardo, porque es otra manera de depender de esa nómina, a los separatistas, a los terroristas que asesinaron o de los que pasaban los datos para que otros cometieran la felonía y hasta los violadores que tan bien están siendo tratados por la doctrina judicial del PSOE y del resto del rojerío hispano.

Se les ve por la calle; se te cruzan en las aceras, las que no hayan sido tomadas para terrazas de algún bar; los tienes al otro lado del tabique, sobre tu techo o bajo el suelo de tu casa, la que tiene varias cerraduras temiendo ser okupada, como están expuestas todas las casas de las personas decentes que hay en toda España. 

La sensación que nos conmueve, a las personas decentes -sí, algunas hay en el PP, pero no muchas, hay que mantener la pugna con el PSOE de a ver quien alcanza el récord- es de absoluta soledad. Es algo así como lo que uno sentiría al despertarse en mismísimo centro del césped del Bernabéu, en el punto blanco en el que se sitúa el balón para empezar el partido, Real Madrid-Barcelona, lleno hasta la bandera, totalmente desnudito, en peloticas picás, y con la minguilla medio escondida por el frío. 

Así; descendidos a vasallo bajo la dictatorial bota, ¿de esta triste manera otros dos años? No nos lo merecemos, Señor Dios, por malos que hayamos sido los españoles. Señor, perdona mi osadía; pero el malo es él.

Eloy R. Mirayo.




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